Pasaron 5 años desde que la familia Van Zeller perdió a uno de los suyos. Ante la incompetencia de los policías y detectives, y ante la desesperación de Dedrick Van Zeller de no encontrar a su hija menor, recurre a su yerno favorito, Sebastian Stan...
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|| Madeline Van Zeller / Aiden Mateland ||
23 de septiembre del 2022
Susannah me había pedido hablar a solas, pero debido a que estaba ocupada cuidando a James, le propuse hacerlo en otra ocasión. Sin embargo, ella insistió en que no podía esperar más.
Así que había llevado a James a comer a un Carl's Jr., y mientras él jugaba en el área de juegos, esperaba a que Susannah llegara.
—Aiden.
Me levanté al verla y la saludé con un beso en la mejilla.
—¡Hey!
—Necesitamos hablar —dijo de inmediato, sentándose frente a mí.
—¿Está todo bien? —le pregunté, comenzando a sentirme inquieta ante la seriedad de Susannah.
Ella respiró hondo, miró alrededor y luego me volvió a mirar.
—Susannah, ¿qué sucede? Comienzas a asustarme.
—Me enteré de algo y creo que mereces saberlo —respondió con una mezcla de apuro y preocupación.
—¿De qué se trata? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.
Susannah parecía dudar en decirme lo que tenía en mente, y mi preocupación solo aumentaba.
—Hay alguien que ha estado investigando tu desaparición —musitó, tratando de mantener la voz en un susurro.
En el instante en que lo dijo, sentí como si la presión arterial me bajara. Tomé un sorbo de mi refresco, intentando recuperar el aliento.
—He escuchado que alguien ha estado haciendo preguntas sobre ti —respondió con una expresión de preocupación.
—¿Sabes quién está investigando?
Susannah evitó mirarme a los ojos, y negó lentamente con la cabeza.
—Debe de ser obra de mi padre —susurró—. ¿Es posible que sea Henry?
—Puede ser.
—A veces he tenido la sensación de haberlo visto, así que tal vez al final no estaba tan paranoica —susurré, mirando a mi alrededor con cautela.
—Quisiera decirte más, pero solo tengo esta información. Cuando lo escuché, corrí a decírtelo —dijo Susannah, haciendo una pequeña mueca de incomodidad.
—Realmente te lo agradezco —sonreí, aunque la preocupación seguía atormentándome.
—Sé que tú y Sebastian no llevan mucho tiempo conociéndose, pero ¿él nunca te dijo a qué vino? —preguntó Susannah, cambiando de tema rápidamente.
