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NUNCA HUBO NADIE MÁS

ADA

16/DICIEMBRE

Aún estaba oscuro cuando el deportivo negro llegó hasta el frente de mi casa; nos íbamos por cinco días a Punta Cana, ese había sido el regalo de Christian por mi cumpleaños.

Tú te sacaste la lotería amiga.

Eran poco más de las cuatro de la mañana y yo era la última en estar lista, todos los chicos estaban esperando por mi afuera de la residencia.

Mi padre pasó a mi habitación para ayudarme con la maleta rosa que había sido parte del regalo de mi novio, yo vestía un body negro de cuello alto, una lycra negra con franjas blancas a los lados, unos tenis deportivos negros y un abrigo café gigante para el frío, mi cabello estaba atado en una coleta alta y llevaba conmigo una maleta clásica pequeñita de Louis Vuitton que contenía mis documentos, mi teléfono, unos lentes de sol y otras cosas que debía tener a la mano.

Me despedí de mis padres en la puerta, volvieron a la casa y yo caminé hasta el auto negro que estaba enfrente de mí.

La brisa de la madrugada me trajo su perfume y levanté la mirada para conectar con ese universo azul que poseía mi novio por ojos, me dedico una sonrisa ladina viéndose resplandeciente.

—hola, Bonita—pronunció acercándose.

—hola cariñito—dije aún sin moverme, se veía tan bien en un abrigo largo de un color verde oscuro, pantalones y tenis negros.

Tomó mi maleta y con la otra mano me sostuvo, hizo una seña y el maletero se abrió, dejó allí la pesada maleta y volvió conmigo al auto, abrió la puerta de atrás para mi e ingresé al interior del vehículo en el que hacía un calor acogedor, observé a mis suegros sentados en la parte delantera del auto.

¿Por qué están aquí?

Quien va a volver con el auto, lenta.

—buenos días linda—la madre de Chris me saludó.

—buenos días—intenté sonreír pero había mucho sueño en mi sistema.

Mi novio entró en el auto y se sentó a mi lado, me llevó contra él y yo recosté mi cabeza contra su pecho, cerré mis ojos y me concentré en el ritmo de los latidos de su corazón, su mano recorriendo mi espalda con delicadeza, el calor que emanaba, ese que me salvó hace unos meses, en su perfume que es mi olor favorito sobre la tierra.

Que bien se siente aquí.

No me volví a dormir, estaba feliz por el viaje, ahora que sabía que Chris se iba a quedar aquí debía aprovechar cada minuto a su lado.

Saliendo de la residencia estaban dos camionetas que conocía a la perfección, siguieron el deportivo negro todo el camino hacia el aeropuerto, cambié de posición acostando mi cuerpo sobre el asiento colocando mi cabeza sobre las piernas de Chris, su mano descansaba en mi vientre, me miraba atentamente y yo a él.

—Te amo—susurró con sus ojos aún clavados en los míos.

—llegamos chicos—la voz de mi suegro rompió el cómodo y espeso silencio que nos acompañaba.

Me siento de nuevo, el auto frena poco a poco con las camionetas aún detrás, sigue estando oscuro. Bajo del auto de la mano de mi novio mientras la brisa me golpea la cara, nos dirigimos hacia los otros vehículos cuando los chicos comienzan a bajar saludándonos a Christian y a mí, dentro del auto de Emma está su madre que me hace una seña con la mano.

—debes llamarnos cuando aterricen—el padre de Chris camina hacia él.

—lo haré, no te preocupes.

AL FINAL SOLO ERA ELLA -LIBRO 1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora