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AZUL

CHRISTIAN

La miro dormir calmadamente en mis brazos, después de la pesadilla y la noticia no volvió a despertar y eso me genera paz, el sol no tarda en salir y me preocupa un poco no haber dormido lo suficiente, no me sentía mal, hice lo que tenía que hacer y lo hice por ella y eso era lo que importaba.

Ella está completamente a salvo ahora.

aquel mensaje en el aeropuerto y la llamada en la tarde me habían orillado a hacer lo que hice.

Se remueve contra mi pecho aferrándose a el brazo que tengo sobre su cintura, huele tan dulce y emana un calor tan especial que es suficiente razón para que no me pese lo que he hecho.

El tiempo avanza y el sol comienza a asomarse por las rendijas de las persianas del enorme ventanal de la habitación, he planeado algo para hoy y que ella no tenga tiempo para pensar en lo que pasó, el ruido comienza en la casa y con él, Ada despierta.

—buenos días, amor—pronunció solo girándose y escondiendo su cara en mi pecho.

Sentirla respirar tan cerca de mí me pone el corazón a mil.

Qué bonito se siente.

—¿dormiste bien? —pregunto poniendo mi mano en su cintura, levanta la cara y sus ojos se clavan en los míos.

—sí—dice acercándose más, si es que eso era posible—dime que no fue un sueño—susurra con sus labios sobre los míos.

—¿el qué?

—¿está muerto? —pregunta cerrando los ojos.

—sí—contestó y siento como se le tensa hasta el último átomo de existencia, deja que su frente toque la mía y sus labios acarician los míos.

—odio sentirme bien porque alguien murió—me confiesa inocentemente.

—no dejes que eso te agobie, Bonita—respondo y ella cierra los ojos.

—por horrible que suene, sé que ahora estoy completamente a salvo.

—yo también lo sé.

Odio la tensión que se acumula en la habitación, pestañea sin decir nada.

Dios, que no esté entrando en crisis.

Y no lo está, pero su reacción me deja congelado por un par de segundos.

Me besa con fiereza, mi cuerpo reacciona reafirmando mi agarre en su cintura, la giro dejándola debajo de mí, con mis brazos a cada lado de su cabeza, sus ojos se oscurecen y recuerdo cada vez que me ha mirado así, con deseo, siento sus uñas recorrer mi espalda sin lastimarme, sus piernas se separan a los lados de mi cuerpo y el calor parece haberse duplicado.

—¿qué vamos a hacer hoy? —pregunta y después se muerde el labio cuando recorro su clavícula con mi índice.

—lo que tú quieras amor—respondo y ella me mira de esa forma que me pone a sus pies—¿puedo? —le digo mirando lo que trae puesto.

—puedes.

Me arrodillo y comienzo a bajar las tiras de la camisola azul que tiene puesta, su piel luce tan tersa que me invita a quemarla con mi toque, sus ojos no me abandonan ni por un segundo y me falla la respiración cuando su pecho queda expuesto ante mí, pronto la prenda cayó de la cama, volví hasta sus labios y allí deposité un beso casto, con mi nariz recorrí el valle entre sus senos, mi respiración le erizaba la piel y Dios sabía cuánto me gustaba aquello.

Se veía preciosa.

Mis labios hicieron contacto con la piel de su abdomen y su espalda se arqueó, se aferró a las sábanas haciéndolas puño con su mano y de sus labios escapó un jadeo irregular.

AL FINAL SOLO ERA ELLA -LIBRO 1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora