;capítulo 20.

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;capítulo 20.

Andaba lo más deprisa posible rumbo a la prisión otra vez. Carl iba detrás de mí, chutando pequeñas piedras y hablando entretenido con Michonne. Los ignoraba, a ambos. Pero es que, pensar en lo que hacía unos minutos había pensado, me hacía ponerme de mal humor. O más bien, me hacía decaer. 

Lo escuché resoplar a mis espaldas y, segundos después, estaba delante mía, haciéndome chocar contra su pecho. Que rápido era.

—¿Pasa algo, Alex? —preguntó, apoyando sus manos en mis hombros. Luego las dejó caer.

—Estoy cansada, eso es todo. 

—¿Segura? —cuestionó, sin creérselo. Asentí.

—Segura.

—¿Qué pasa? —la morena se metió en la conversación. Que pesados todos, ¿no? Que agobio.

—¡Nada! —exclamé, volviendo a caminar.

Una rama partirse se escuchó por uno de los lados de la carretera y los tres nos giramos rápidamente con las armas preparadas. Divisé el cuerpo de una chica frente a nosotros. 

—¿Quién eres? —le pregunté.

—Necesito ayuda... —dio un paso al frente, mostrando su cojera. No me gustaba el agujero de rasguño en el pantalón. No me gustaba nada.

—Quieta ahí —le avisé, pidiéndole que mantuviera la distancia. No la quería más cerca.

—Por favor... —suplicó. Miré a mis compañeros y negué con la cabeza. Apreté la pistola y en menos de un segundo, la bala atravesó su cráneo. 

—o—

—¿Qué quieres? —pregunté, ya cansada de que Carl me mirara fijamente. 

—No, nada.

—Si tú lo dices —bufé, continuando mi dibujo en la libreta. Beth me prestó la suya, pues según ella no la llenaría nunca y estaría bien que tuviera más cosas.

—Oye, Alex —volvió a hablar. Levanté de nuevo la vista, esperando—. ¿Está mal querer mucho a alguien? 

—No está mal —respondí sin más, tragando saliva—. Pero te hace débil. 



Una Dixon.《Carl Grimes.》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora