;capítulo 9.

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;capítulo 9.

Algunas personas del grupo decidieron que sería buena idea salir a cazar por la zona. Yo, como era más que obvio, fui una de las primeras en decir que iría con ellos. A Carol no le hacía nada de gracia, pero mi padre seguía opinando que de esta manera aprendería a ser dependiente. Coincidía con él. Rick terminó por aceptar las súplicas de su hijo por ir, por lo que también se acopló.

Mientras caminábamos por entre los árboles, divisé a lo lejos una especie de casa. Avisé a los demás y terminamos por acercarnos al lugar. Al final resultó ser una iglesia. Suelo sagrado, pensé, Dios debe estar muy enfadado por todo lo que he hecho. Me aguanté el soltar una carcajada y continué. Cruzamos bajo el marco de las puertas y mi padre junto a los dos sherrifs se encargaron de matar a los cuatro caminantes que allí había.

El molesto sonido de una campana comenzó a sonar, y después de estar por casi diez minutos buscando de dónde procedía dicho aviso, Glenn encontró una caja blanca enganchada en una de las paredes. Resultó ser un temporizador, ya que allí no se encontraba ninguna torre. El coreano la desconectó en a penas dos minutos.

Nos dividimos en grupos más pequeños. Shane, Rick y Carl en uno; Glenn, Andrea, Lori y Carol en otro, y mi padre y yo solos. Caminamos por hora y media larga, diría yo, y entonces se escuchó un disparo que hizo a los pájaros salir volando al instante. El crujido de una rama a mis espaldas provocó que me girara con el cuchillo en alto, y poco me faltó para cortar a Glenn. 

—Ugh, ¿por qué haces eso? —gruñí, pegándole con el puño cerrado en el brazo—. Casi te... Joder, olvídalo.

Tras encontrarnos con una de las tres partes del pequeño grupo, continuamos la búsqueda de cualquier animal para comer. Aunque también buscábamos a Sophia, claro. Nunca la llegamos a encontrar. Frente a nosotros, y acercándose a gran velocidad, una chica montada en un caballo apareció.

—¿Hay aquí alguna Lori? —preguntó, y me fijé en su aspecto de inmediato. Ojos marrones, melena castaña, delgada... El estereotipo de chica perfecta.

—Yo me llamo Lori —habló la mujer Grimes, y yo fruncí el ceño. ¿De qué sabía su nombre?

—Tienes que venir conmigo —dijo sin más. Otra loca, genial—. Han disparado a Carl, me envía Rick.

¿Que han disparado a Carl? ¡El sonido de antes! Mierda, ¿su primera salida y ya está herido? Por alguna razón, me puse nerviosa. Al fin y al cabo, llevaba con él desde el principio de todo. Lori se acomodó la mochila y dio unos pasos hacia la desconocida, sin dudar, pero mi padre le impidió avanzar más de la cuenta.

—Eh, eh, eh —le cogió del brazo y la miró directamente a los ojos—. No la conocemos de nada, ¿se puede saber qué coño haces?

Ella no quiso entrar en razón, simplemente subió al caballo. La morena continuó hablándonos.

—Rick dijo que estáis en la carretera. Retroceder tres kilómetros y veréis un buzón que pone Greene. Allí estaremos.

—o—

Dejamos un par de bolsas de comida y algo de bebida sobre un coche, por si acaso Sophia lograba encontrar el camino de vuelta a la carretera. Después de eso, nos montamos en nuestro vehículos y retrocedimos hasta encontrar el camino que daba a la granja. Era un sitio bastante grande. 

Rick me permitió pasar a ver a Carl un rato, aunque éste seguía sin despertar cuando lo hice. Tenía una expresión seria. Me senté en una silla que había al lado de la cama y estiré mi brazo para coger su mano.

—Estarás bien.

De momento acamparíamos en el jardín de los Greene hasta que encontráramos a Sophia y Carl se recuperara del todo. Lo último tardaría. Shane había salido junto a Otis, el tío que disparó al pequeño Grimes, para traer algo necesario para operarlo. El problema es que tardaban demasiado.

Una Dixon.《Carl Grimes.》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora