;capítulo 8.
Le hicimos entrega a Dale del arsenal, e incluso nos quedamos viendo cómo arreglaba la goma que se había quemado de la caravana. Me gustaba observar chorradas como aquellas, siempre podrían servir para un futuro no muy lejano. Después de un rato, Carl volvió junto a su madre y yo permanecí en mi sitio, por lo que pude enterarme de la pequeña discusión que comenzó entre el mayor y Andrea, cuando ésta última se acercó.
—Quiero la pistola, Dale.
—¿Para qué? —cuestionó el peliblanco, frunciendo el ceño—. No la necesitas ahora.
—Me la dio mi padre —reprochó Andrea, comenzando a cabrearse—. Es mía, dámela. ¿Dónde la tienes?
—La cuidaré por ti.
—La quiero de vuelta —espetó.
Y antes de que nadie pudiera decir nada más, apareció el viejo sheriff, es decir, Shane.
—¿Qué es lo que pasa?
—Tiene mi pistola, no me la quiere devolver —dijo Andrea, y me imaginé durante un instante lo chivata que tendría que haber sido en el colegio. ¿Acaso no podía defenderse por sí misma?
—No creo que sea una buena idea —Dale miró a Shane, casi suplicándole que no le obligara a dársela.
Habíamos llegado demasiado lejos. Me moría de ganas por gritarle al viejo que él no mandaba, que nadie lo hacía aquí. Pero al parecer, y como muchas otras veces, volvía a ser la única persona que pensaba.
—¿Por qué no es una buena idea? —insistió Shane, metiendo las narices donde no le llamaban.
—Porque no me parece bien, además ella quis...
—Andrea quería quedarse en el centro de cuarentena para acabar con su vida, ¿sabes, sheriff? —me entrometí yo, plantándole cara. El moreno fijó sus ojos en los míos de inmediato—. Si se la das ahora, será capaz de hacer cualquier cosa.
Ella no tardó en mirarme, sorprendida por mis palabras. ¿Qué? ¿De verdad pensaba que le dejaría tener un arma entre sus manos justo ahora? Definitivamente, está loca.
—A decir verdad... Cuantas menos personas vayan armadas, mucho mejor —Shane dijo. Oh, Dios. Realmente sabe utilizar la cosa que tiene dentro de la cabeza.
Un sonido se escuchó entre los árboles y nos giramos para mirar al bosque, por donde venían Rick y mi padre. Conforme llegaron a nuestra altura, negaron con la cabeza. Mierda, desaparecida.
—¿Dónde está? —preguntó Carol.
—Ha desaparecido el rastro, la buscaremos por la mañana.
—No podéis dejarla allí sola, ¡no podrá pasar la noche sola en el bosque! —gritó Carol, empezando a alterarse.
—De noche no tiene sentido buscar, caminaríamos en círculos —habló mi padre, intentando calmarla.
—Sé que es difícil, Carol —dijo Rick, acariciando uno de los brazos de la mujer—. Pero ten paciencia, mañana la buscaremos.
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Una Dixon.《Carl Grimes.》
FanficDía y noche cazando, ¿alguna pega? La sangre Dixon corría por mis venas. Lo que yo no sabía es que todo lo que había vivido lo tendría que poner a prueba... O al menos, eso pensaba por aquel entonces. |No se admiten copias ni adaptaciones (©). Cualq...