Una Dixon.《Carl Grimes.》

;capítulo 21.

;capítulo 21.

—Entonces es malo —aseguró, sin entender lo que quería decirle. Suspiré, negando. Si supiera que junto a él me sentía así—. Es que creo que te tengo más aprecio del que debería.

Me quedé estática en el sitio. Perdón, ¿qué? ¿Y yo ahora cómo me tomo eso? Un nudo se formó en mi garganta, pero cuando encontré la manera de dejar salir las palabras, lo hice.

—¿A qué te refieres?

—Cuanto nos fuimos de la granja y luego nos fuimos encontrando uno a uno... —empezó a explicar, pensando en qué decir exactamente—. No dejaba de pensar dónde podrías estar tú más que en el resto. 

—Pero no entiendo por qu... 

Y no pude acabar, ya que mi padre apareció en la celda y me llamó. Le pedí un minuto al chico y salí al pasillo, alejándonos un poco.

—¿Qué pasa?

—¿Carl y tú...? —dejó la frase en el aire, sin acabarla. Una risa sarcástica salió de mi boca. 

—Somos críos.

—Yo era un crío cuando la primera persona que me gustó me jodió —habló, algo molesto. Mis ojos se abrieron sorprendidos. Jamás lo escuché hablar de este tema alguna vez—. Los niños de vuestra edad saben mejor que ninguna otra persona de distintos años lo que querer significa.

Yo no quiero formar parte del mundo de nadie. Simplemente, no quiero.