;capítulo 11.

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;capítulo 11.

Al final consiguieron sacar a Glenn del pozo, pero mis manos no resultaron acabar muy bien. Dolía y escocía, como cualquier otra quemadura. Lori insistió en acompañarme dentro de la casa para que Hershel me viera. Terminé por ceder, y de vuelta a donde estaban los demás, pude ver el cuerpo partido en dos del caminante. 

Oh, joder. ¿Tanto para esto?

—Pues menuda mierda, sois unos inútiles.

—o—

Cuando desperté de una pequeña siesta, me aseé de manera rápida y me cambié de ropa antes de ir a ver cómo iba Carl. Cuando entré, Rick seguía dentro, hablando con su hijo animadamente. Justo cuando estaba retrocediendo para poder salir de allí sin que me vieran, Grimes menor me llamó.

—Alex.

—Hey —saludé, dando unos pasos de nuevo hacia el interior de la habitación—. ¿Qué tal?

—Bien —me respondió, y yo asentí con la cabeza. Por primera vez me fijé en que ahora él llevaba el sombrero de sheriff

—Iré fuera, ¿está bien? —Rick se levantó de la silla en la que estaba y me ofreció a mí sentarme. Ni si quiera dudé—. Descansa, Carl. A la noche volveré a verte.

El hombre salió de la habitación y yo me acomodé en la silla.

—¿Cómo está todo ahí fuera?

—Sigue siendo la misma mierda de siempre —me encogí de hombros.

—o—

A la mañana siguiente mi padre me comentó que saldría otra vez a buscar a Sophia. Quería ir con él, pero aquella vez él se negó, pues iría todavía más lejos. ¿De repente me trataba como a uno de los débiles del grupo? Pues que le jodan. Me acerqué a Carol y le pregunté si necesitaba ayuda, así fue como terminé por ponerme a colgar la ropa en una cuerda.

—Rick me dijo que te quedaste con Carl hasta tarde ayer —sacó Lori el tema, y yo me mostré indiferente. ¿Y por qué no hacerlo?

—No es nada de gran importancia.

—De todas formas, gracias —añadió, y volvimos a quedarnos en silencio.

—o—

Al medio día todos descansábamos tumbados a la sombra, menos unos cuantos que vigilábamos por si algún caminante se acercaba. A pesar de que Hershel no quería armas en su granja, nosotros nos mantuvimos fieles a protegernos de esa manera. Al fin y al cabo, nos salvaron de demasiadas ocasiones.

—¡Tengo a uno! —gritó Andrea, desde el techo de la caravana. Miré en la misma dirección que ella y entrecerré mis ojos para ver mejor. Había uno, tenía razón.

—No dispares, voy yo —hablé, y Rick enseguida puso una mano en mi pecho y me impidió avanzar. 

—¿Qué haces? —pregunté, frunciendo el ceño.

—Tu padre no está aquí —dijo, y yo rodé los ojos. Claro que no estaba. Se encontraba buscando a Sophia, cosa que ellos deberían hacer también—. No dejaré que vayas sola.

—Oh, por Dios.

Puse los ojos en blanco y saqué el cuchillo que tenía guardado en mi bota, comenzando a caminar hacia el caminante que venía. Por la manera de andar que tenía, había sido herido antes de morir. Pasé mi mano por debajo de mi nariz y eché a andar hacia él, con Rick, Shane y Glenn detrás mía. Pesados.

Conforme quedamos cara a cara, no pude evitar sonreír. ¡Era mi padre! Después de haber estado desaparecido casi todo el día, por fin volvía. Por alguna razón, necesitaba abrazarle. Di un paso al frente y, antes de poder hacer nada, cayó desplomado al suelo. Mi corazón dejó de latir durante unos segundos.

—¡PAPÁ!

—o—

—¿Está bien? 

Andrea quiso saber, llegando hasta nosotros. Le dediqué una mirada furiosa y gruñí, negando con la cabeza. La muy idiota...

—Sólo le ha rozado, por suerte —habló Rick, cargando a mi padre con un brazo sobre sus hombros. Shane le imitó para ayudarlo.

—Deberías empezar a catar órdenes, ¿sabes? —pronuncié, y ella me miró asombrada.

—¡Eres una cría! —exclamó, alzando sus brazos—. No pienso catar órdenes de una crí...

No pudo terminar de hablar, pues T-Dog se lo impidió al interrumpirla.

—Eh, tíos. ¿Esto no es de Sophia?

—o—

Golpeaba con mis dedos una de mis rodillas, esperando que la puerta de la habitación donde estaba mi padre se abriera. Hershel estaba dentro, cosiéndole una de las heridas que llevaba. La verdad, y sin saber qué narices le había pasado, había llegado a la conclusión de que estuvo jodido. 

Alguien abrió, y de inmediato alcé mi barbilla para mirar a la persona que salía; Rick. Él me hizo un movimiento con la cabeza y me indicó que podía pasar. Asentí y me levanté del suelo para entrar junto a mi padre. 

Me quedé ahí, de pide, mirándole. No sé qué esperaba, pero era algo. Me miró, clavando sus fríos ojos en los míos. Y entonces me di cuenta, me había preocupado por que no volviera a verlo vivo. Le quería. Me lancé a la cama y me abracé a su cuerpo, teniendo en cuenta no hacerle daño. Sin saber cómo, comencé a llorar.

—Te quiero, papá... —murmuré, ahogando algún que otro sollozo—. Pensaba que morirías...

—Te quiero, Alex —me puso un par de dedos en la barbilla y me hizo mirarlo—. Quiero que sepas eso, ¿vale? Te quiero.

Una Dixon.《Carl Grimes.》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora