;capítulo 15.

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;capítulo 15.

Algo que me sorprendía bastante de la casa de la familia Greene era que, a pesar del tema del apocalipsis, todas y cada una de las habitaciones parecían seguir intactas, como si todo siguiera igual. Miraba a mi alrededor, concentrada en observar bien todos los cuadros del comedor, cuando noté una mano en mi hombro. Giré mi cara al instante y vi a Maggie dedicarme una sonrisa ladina.

Últimamente pasábamos bastante tiempo juntas. ¿Cómo? ¿Por qué? Ni yo lo sé, pero lo hacíamos. Ella estaba segura de que conseguiría saber el por qué de mi mal genio continuo. Yo, como era de esperar, le respondí de mala gana que no sabía a qué se refería con aquello. 

—Hola, Alex —dijo, y yo le devolví la sonrisa. Quizá no de las más sinceras, pero tampoco forzada. 

Empezamos a hablar, de una cosa y de otra. Parecía que todos los temas se entrelazaban entre ellos. Nunca me había pasado eso. Me gustaba la sensación de tener a alguien de mi mismo sexo que no me criticara. De normal, las chicas de mi clase solían murmurar cosas por lo bajo en cuanto me veían pasar. Razón por la cual algunas de ellas fueron zurradas por mí. Sigo siendo una Dixon, no es mi culpa.

Me excusé de Maggie diciéndole que tenía que ir al baño. Y era cierto, no mentía. Realmente me estaba meando. Y mucho. Caminé ligera hasta el aseo y conforme salí, choqué con alguien. Carl. Él me sonrió, como siempre hacía, y luego decidió no decir nada más. Se quedó mirándome durante varios segundos en silencio. Me empezaba a incomodar, demasiado. 

—¿Pasa algo? —pregunté al fin. Carl negó con la cabeza. 

—¿Estás bien?

Le miré fijamente, ahora no apartaba la atención. Sonaba a pregunta trampa, por lo que me puse nerviosa. ¿Era por Sophia? ¿Por mí? ¿Por preguntar? Seguro que por lo primero. 

—Estoy bien —pronuncié, intentando sonar segura. A Grimes le bastó con oírme decir eso.

Tragué saliva, más incómoda que nunca, y solté de golpe un suspiro de alivio al ver que no insistía con el tema. Le dije de volver al comedor, junto a los demás, y enseguida aceptó mi propuesta. Al llegar vimos que la mayoría de personas se encontraba de verdad ahí. Di unos pasos hasta el asiento donde estaba mi padre y tomé una silla, colocándome a su lado.  

—¿Dónde está Lori? —pregunté en voz alta, más al aire que a alguien en concreto.

—No la he visto desde esta tarde —comentó Andrea, llevando las manos a su cintura. 

—¿Cómo? —cuestionó enseguida el pequeño de los Grimes, mirando a todos algo confuso. 

—Puede que esté en el baño —añadió Carol, y yo enseguida negué con la cabeza, diciendo que de ahí venía yo. 

Pensé lugares en los que podría estar, y al dar con el más acertado, a mi parecer, resoplé. ¿En serio lo había hecho?

—La muy idiota se ha ido a por los otros. 

—o—

—¡Están aquí! —gritó Andrea, haciéndome salir de mis pensamientos. 

Me levanté de los escalones de la escalera del porche y caminé hacia el coche en el que venían Shane y Lori, esta última con una pequeña brecha en la frente. 

—¿Y Rick? —preguntó ella, aguantando un trapo que recién le daba para la herida—. ¿No habían vuelto? 

—¿Tú los ves por aquí? —dije obvia, rodando los ojos. 

—¿¡Por qué me has mentido!? —le gritó la mujer al, antes, ayudante del sheriff. 

—Tenía que hacerte volver, ¿vale? —murmuró, pasándose una mano por la calva—. No iba a arriesgar la vida de más gente, menos la tuya. 

¿Cómo que menos la suya? Estoy segura de que otro hubiera estado en su lugar, le hubiera dado realmente lo mismo. Maldito cabrón. Iba a desaparecer del lugar cuando, justo antes de volver a subir las escaleras, una mano cogió mi brazo. Carl me miraba con enfado. 

—¿Tu padre ha disfrutado la función?

—Y a mí qué me cuentas —me deshice de su agarre y seguí con mi camino, dándole la espalda. El resto no nos prestaba atención—. Yo no soy él. Pregúntale tú mismo. 


Una Dixon.《Carl Grimes.》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora