;capítulo 25.
—No tardéis mucho, por favor —dijo Rick por décima vez, tras haberle avisado de que Carl y yo íbamos a revisar las casas de alrededor—. E id con cuidado.
Hacía unos días que había despertados, dos para ser exactos. Durante ese tiempo, ni el pequeño Grimes ni yo sacamos el tema de los besos. Supongo que quedó como algo que sucedió sin más, algo sin importancia.
—Sheriff —hablé yo, poniendo los ojos en blanco—, no creo que pase nada. Cuidaré de tu querido hijo, ya lo sabes.
Tras haber saqueado todos los hogares posibles, emprendimos de nuevo el camino a la urbanización donde estábamos alojados temporalmente. Noté que el humor de Carl cambió, no sé en qué punto exacto de la salida, pero cambió.
—Hey —Michonne quiso llamar nuestra atención. Levanté la vista del suelo y la miré, encontrándome con un bote de spray de queso en su mano—, mirad lo que he encontrado.
—Hace siglos que no veía uno —murmuré, frunciendo el ceño. Escuché un bufido procedente del moreno, pero lo ignoré.
—Ni que fuera algo de otro mundo.
—Seré buena y os dejaré empezar a vosotros —pronunció la morena, extendiendo su mano en mi dirección primero. Lo cogí y apreté, dejando caer un poco de queso líquido en mi boca. Estiré el brazo y se lo ofrecí a Grimes.
—No quiero —lo apartó, pero aún así volví a acercárselo.
—Sé que te gusta, toma.
—Que no quiero, joder. ¿Qué parte no entiendes de 'no', Alejandra? —escupió molesto, nombrándome por mi nombre y no el apodo. Me tensé al escuchar eso salir de su boca.
—Que te jodan, Grimes.
—o—
Los cuatro estábamos sentados alrededor de una hoguera que habían creado los dos adultos. La situación no podría ser más incómoda entre todos; nadie hablaba, y Carl y yo no parábamos de dirigirnos miradas de asco. Bueno, las mías eran de asco. Las suyas, no lo sé. De todas formas, y centrándonos en lo importante, había un grupo de gilipollas merodeando cerca nuestra, lo que no me gustaba un pelo.
—Iré dentro a dormir —dije en voz baja, levantándome y caminando hacia el coche en el que viajábamos.
—Te acompaño —añadió Carl. Me sorprendí, debo decirlo, pero no diría nada al respecto.
Dentro del vehículo el único sonido que había era el de nuestras respiraciones mezcladas. Quería descansar un poco, así que me tumbé en los asientos de detrás, acaparándolo todo. De esa manera, Grimes debía ponerse delante. Al menos, hasta que los otros dos quisieran entrar a dormir también.
Cerré los ojos, en paz y calma durante unos largos minutos. Casi quedándome dormida, unos golpecitos comenzaron a sonar en mi ventana. Escuché el rápido movimiento de Carl queriendo echar el cerrojo a mi puerta, pero no le dio tiempo. Unos brazos tiraron de mí hacia fuera. No grité, no gruñí, no reaccioné.
Sacaron también al castaño, a quien lanzaron contra el suelo lleno de mierda y tuve que aguantar el gordo culo de un tío sobre su espalda. Conmigo hicieron lo mismo. Recuerdos inundaron mi mente en segundos. Otra vez no, por favor. Otra vez no...
—Atacaste a uno de los nuestros, sheriff —empezó a decir la voz de un hombre. Supuse que sería el cabecilla—. ¿Sabes lo que haremos ahora como venganza?—preguntó, riendo muy bajo—. Primero de todo: violaremos a las preciosas chicas que tenéis como compañeras, y luego, os decapitaremos uno por uno, dejándote a ti el último para que veas cómo tu grupo muere.
—¡No! —gritó Carl, y el chico encima suya le puso el cuchillo en el cuello, amenazándolo. Sus ojos se volvieron brillantes mientras me miraba. Sí, pasaría otra vez. Pasaría de nuevo.
—Dejad a la niña en paz, por favor... —murmuró Michonne. ¿Acaso pensaba que eso funcionaría? No lo haría.
—Gracias por la propuesta, pero creo que mi plan va a seguir como antes —lo miré de reojo, estaba sonriendo—. Empezad por la pequeña.
—Mírame, Alex, ¿está bien? —escuché el susurro de Carl, acercando todo lo que podía su mano a la mía—. Solo mírame...
—Oh, fijaos... —el hombre estalló en carcajadas—. ¡No me jodas! ¿Sois novios? —preguntó. Yo seguía inmóvil—. Espero que lo hicieras antes que mi amigo, de verdad.
—¡Parar!
Esa voz. Esa maldita y jodida voz. Era mi padre.
—¡Cállate! —gritó una de los del grupo.
—¡Cállate tú, gilipollas!—le gritó el cabecilla de vuelta—. ¿Hay algún problema, Daryl?
—Los conozco —dijo, y entonces me vio en el suelo y vino hasta mí. Apartó al viejo que tenía encima y lo empujó—. Son buena gente.
—Han matado a uno de los nuestros, no me digas que son buena gente —le habló el jefe, con el semblante serio—. ¿Es tu hija? Muy guapa para... ¿Cuántos años tienes, preciosa?
—Oye —intervino Rick, desde el suelo—, he sido yo el que mató a tu hombre, no ellos. Déjalos.
—O ellos o nosotros, Daryl —exigió el hombre más importante, ignorando al sheriff—. Tú eliges.
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Una Dixon.《Carl Grimes.》
FanfictionDía y noche cazando, ¿alguna pega? La sangre Dixon corría por mis venas. Lo que yo no sabía es que todo lo que había vivido lo tendría que poner a prueba... O al menos, eso pensaba por aquel entonces. |No se admiten copias ni adaptaciones (©). Cualq...