;capítulo 6.

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;capítulo 6.

Me colé bajo la alcachofa de la ducha y sonreí al notar el agua caliente caer desde mi cabeza hasta mis pies. Maldita sea, esto no era nada comparado con el agua del río. Después de aquellos largos minutos de relajación, me puse algo de ropa limpia que había por allí y me uní al resto de gente.

La distribución de las habitaciones ya se había hecho; Carl y yo, Lori y Rick, T-Dog y Jacky, Glenn y Dale, Carol y Sophia, mi padre y Shane, y Andrea en otra. Después de lo de Amy, no estaba muy bien.

Horas más tarde, el moreno y yo estábamos tumbados en nuestra habitación, cada uno en una cama, mirando al techo en silencio. Le escuchaba suspirar cada dos por tres, por lo que al final terminé por preguntarle qué le pasaba.

—¿Crees que hay una cura? 

—Y yo qué sé, Carl —hablé, restregando uno de mis ojos—. Intenta dormir ahora, tengo sueño.

—Pero no puedo dormir. 

—Pero yo sí —repliqué en un gruñido.

—o—

—Arriba, venga —la voz de Lori me despertó. Gruñí y subí las sábanas hasta tapar mi cara. Ella me destapó nuevamente—. Tu padre se enfadará.

—Le importa una mierda que madrugue o no, Lori... —murmuré, dando media vuelta y poniéndome boca abajo—. Déjame dormir.

Un rato después, Edwin comenzó a explicarnos la transformación del cerebro humano tras haber muerto y luego resucitado. Lo más duro, que no había cura. Eché un vistazo por la sala, observándolo todo con detenimiento. En una de las paredes había colocado un enorme reloj que iba marcha atrás. Shane pareció hacer lo mismo que yo y preguntó.

Dijo que cuando la energía se acabara, el edificio saltaría por los aires. Solo quedaba media hora para que todo esto estallara, y yo no estaba lista para morir. Tras un par de minutos peleando, conseguimos que el loco nos abriera la puerta y subimos rápidamente a la entrada del edificio. Los cristales resultaron ser a prueba de explosivos. Carol buscó en su chaqueta y le dio una granada a Rick, quien tiró de la anilla y la lanzó al suelo. 

—¡Todos al suelo! 

Volvimos a la caravana menos Jacky, que decidió quedarse, decía que no quería enfrentarse más a lo que había fuera. Nos quedamos parados esperando a Dale y a Andrea, ya que ella se quería quedar también, pero Dale se había quedado para convencerla. Todos esperábamos ansiosos la salida de los dos y tras un par de minutos, los vi. 

—Oh, no... —susurré, tras escuchar un par de ruidos extraños—. ¡Al suelo!


Una Dixon.《Carl Grimes.》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora