❝ Rocas ❞

110 17 2
                                    

Girl.

Mi vista se había nublado, quise frotarme los ojos, soltando una mano, sin darme cuenta pedalendo fuera del camino, la bicicleta cayó de lado rápidamente, sin que pudiera estabilizarla a tiempo, haciendo que mi rodilla se raspara. Mi mejilla quedó pegada al césped por un momento, dos lágrimas rodaron por ella y cayeron al suelo. 

"Maldita bicicleta" murmuré haciéndola de lado, liberando mis piernas. Mi falda se había ensuciado y sangre corría de mi rodilla. Allí estaba el ardor, pero también me dolía el pecho, era lo que más dolía, como una presión que no había desaparecido.

Hice una mueca y miré a mi alrededor, había pedaleado sin sentido alguno, me había alejado del pueblo hacia el noroeste, pero no estaba perdida. Reconocí el lugar al instante, le llamaban "Prado ruidoso", y eso era en lo que se convertía en mayo, cuando el calor se apoderaba de todo el lugar, cuando me paseaba cerca de los arrollos para refrescar mis pies, o me quedaba bajo las sombras, las cigarras se colgaban de los árboles alrededor del claro, y su sonido era casi ensordecedor. Pero ahora estaba calmado, el otoño se despedía, con el viento soplando cada vez más fuerte, jugando con el montón de flores blancas allí. Pequeñas " brezo de Irlanda" que eran lo suficientemente fuertes al clima. Las lluvias pararían para dejar paso al frío invierno pronto.

Me levanté cojeando de una pierna, recordando aquella vez en B, cuando enmedio del camino había encontrado a dos chicos, Simon Gallup quién lloraba silenciosamente, inconsolable. La primera vez que vi a... Robert.

No podía dejar de pensar en Luna colgando de su brazo, y sus labios rojos sobre los de él. Quería hacer de lado aquello, quería dejar de repetir la imagen en mi memoria, pero era imposible. Sólo no debía llorar. No llorar.

Maldito Robert.

¿Y ella? ¿Por qué lo había hecho?, no eramos amigas, pero me conocía, desde los primeros años del colegio, desde que eramos niñas, nos sentábamos juntas en el catecismo, y luego en el show, ella nos había visto juntos. No entendía nada, y aún así estaba rogando por no saber nada más. Estaba decidido, no debía llorar y dejaría de pensar en eso. Y no ver a Robert nunca más, porque quería golpearlo ahora mismo.

Me senté en medio de las flores, no, no lo odiaba tanto como para hacerle daño. No quería hacerle daño, pero él lo había hecho conmigo. ¿Por qué?, ¿no significaba nada para él?, ¿acaso estaba jugando todo éste tiempo?. ¡Unos días de ausencia le habían bastado para olvidarme!.

"Deja de pensar" me regañé a mí misma, dejando que mi espalda cayera hacia atrás. Un par de mariquitas rojas volaron de entre las flores, les perseguí con la mirada hasta que se alejaron. "Deja de pensar" repetí más tranquila, nuevas lágrimas.

Odiaba ser tan sentimental.

Miré el cielo, lleno de nubes blancas, recordando cuando buscamos formas entre ellas, y leímos poesía. Todo había sido tan rápido, me había enamorado tan rápido. Como alguna vez escuché en aquella plática de Janis y una amiga suya que se quejaba de su pasado "joven y estúpida" había utilizado para describirse a sí misma, el primer insulto que recordaba haber escuchado en mi vida. Y tal vez, esa era yo, demasiado ingenua.

Robert quien venía de una cuidad grande, no de un pueblo apartado del mundo como yo.

¿Estaba desconfiando?

Me abracé a mi misma, con los brazos cruzados uno sobre otro, como muestran las películas de vampiro cuando duermen. Escuchando los grillos que saltaban a mi alrededor, y las aves a lo lejos, disfrutando las últimas semanas de sol.

¿Qué debía hacer?. No lo sabía, por ahora, solo quedaba, volver a casa.

[...]

Just Like Heaven | PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora