Boy.
“Entonces son novios”
Robert meditó aquello, llevándose la botella a los labios, el sabor amargo y frío invadió su boca. Observó el montón de árboles a su alrededor. Y sus pies colgando de las maderas donde eligieron sentarse. Simon por fin había salido de su trabajo en la biblioteca, consiguió que le compraran algunas cervezas, cigarrillos y emparedados de salami para escaparse a un lugar solitario, hacía el norte, a las orillas del pueblo.
“No, no lo sé... Ni siquiera se lo pregunté”
“Pero se besaron, están saliendo ¿no? Ya son novios” abrió su segunda botella, la corcholata rodó en el piso “Ya son novios, decidido, fuiste rápido Rob, que suertudo” soltó una risita “¿Trajimos salsa? Muero de hambre”
“No sabría si llamarle así Simon, pero supongo que es así”
Ni siguiera se lo había preguntado, que estúpido. Pero le incomodaba un poco hacerlo, no lo creía necesario, tampoco es como si de vuelta de la casa de Helena hubieran ido de la mano tonteando, no, sus hombros se rozaban. Y amaba esa relación sin nombre. Amaba la sensación al tenerla cerca, y mirarla cuando se distraía, pero era muy pronto para llamarla así.
“¿Y qué? ¿No estás feliz?” sacó los empaques y mordió un enorme trozo, el salami y queso se escapaba por todos lados, haciéndolo fruncir la nariz
“Si, pero debo contarle algo que no le he dicho”
“¿Impide que sean novios?”
Una camioneta pasó a sus espaldas, levantando un poco de polvo. Su amigo sacudió el emparedado y la pregunta rodó por la mente de Robert, preocupándole un poco.
“No, es complicado... pero no”
“Ahí está, te preocupas demasiado, apenas se están conociendo” giró su cabeza, el auto estaba conduciendo de reversa hacia ellos. Simon hizo una mueca de disgusto, y sus hombros se tensaron “¿Qué es lo que debes decirle... Mierda, esos idiotas”
Robert observó como se detenía la camioneta, apenas a unos metros de ellos. El primero en salir fue un chico alto de chaqueta y copete, el mismo de la cafetería, recordaba su rostro de sonrisa fanfarrona. Luego otros tres también saltaron fuera, azotando las puertas del auto tras sus espaldas.
Un rubio fue el primero en acercarse con una sonrisa poco inteligente, se detuvo junto a Simon y palmeó su espalda.
“¡Nuestro melancólico favorito!”
“¡Miren consiguió novio!” rió el chico de pelo corte redondo con los mechones casi tocándole los hombros. Robert permaneció callado, viendo como Simon bajaba la mirada y apretaba los labios.
“¿Que tenemos aquí?” el de la cafetería levantó la bolsa de compras, mirando con una sonrisa la cerveza “Gallup que bueno eres en invitarnos” guardó la cajtilla de cigarrillos en su bolso sonriendo estúpidamente, mostrando sus dientes.
“Vete a la mierda, eso es nuestro ” Robert se puso de pie, sin titubear, lo miró fijamente cabreado “Regresalo y pierdanse”
Los cuatro rieron.
“¿Estás comiendo carne Gallup?” ignoró totalmente a Robert, agachándose a la altura de su amigo, acercándose a él “Uhg me das asco” empujó a Simon haciéndolo caer de espaldas en la tierra.
Robert no lo soportó más, cuando el tipo estaba soltando una carcajada, él estiró el brazo con la mano hecha puño, golpeándolo duro. Steven tambaleó hacia atrás soltando un alarido, nadie se lo esperaba. Robert miró sus nudillos que rápidamente se tornaban rojos, y luego la nariz del chico, estaba sangrando. Ya no había risas. Sólo el ceño fruncido y ojos rabiosos.
“¡Vamos!” gritó Simon haciéndolo volver en sí para jalarlo del brazo y echarse a correr, con toda la pandilla tras de ellos “¡Vamos Robert! ¡vamos!”
“¡Atrapen a esos malditos maricones!”
Robert parpadeó, mirando sus pies, había empezado a correr mucho antes de darse cuenta lo que pasaba. Miró la chaqueta de Simon ondeando en el aire, viéndolo salir del camino, dando zancadas en el pasto y luego haciendo lo posible por no tropezarse con sus propios pies. Bajando la colina empinada llena de árboles y hojas secas. Las ramas siendo quebradas se escuchaban a sus espaldas, junto a maldiciones.
Estarían perdidos si los atrapaban.
“¡Corre! ¡Corre! ¡Corre!” gritó Simon histérico, dando vueltas por el piso, quejándose. Robert no alcanzó a tomarlo del brazo para evitar que rodara por el pasto. Aun así se levantó a toda velocidad, internándose entre los árboles. Robert le siguió sintiendo que el aire le faltaba en sus pulmones, pero aquellos chicos seguían detrás de ellos. Les ganaban en número, no podía enfrentarlos.
“¡Los tenemos!” gritaron. Dos de ellos aparecieron de frente pero fueron ágiles y se escabulleron por la hierba alta, sonando bajos sus pies y golpeándoles el rostro. Casi como un par de gatos huyendo de los perros.
Corrieron un poco más, internándose en la maleza, pero todo parecía igual, y la vista obstruida. Se miraron. No querían caer en un agujero lodoso otra vez.
“Simon” llamó señalando un árbol alto, el tronco era delgado pero lleno de hojas verdes y ramas alrededor de su corteza, pareciendo escaleras hacia el cielo. Su salvación.
Simon lo entendió de inmediato. Subió con la respiración agitada, sin importarles el cansancio o lo duro del tronco contra sus manos. Se sostuvieron de rama en rama hasta llegar a una altura considerable. Quedándose en silencio, mirando hacia abajo con angustia. Sobre todo Simon que aferraba sus dedos y talones al árbol temeroso.
“¡Los perdimos!”
“¡No están aquí!”
“Esos hijo de puta debieron haber regresado por el camino!”
Los gritos se hacían lejanos, de a poco, quedando sólo el ruido de las ranas y su agitado aliento. Ninguno dijo nada hasta volver a escuchar el motor de la camioneta en marcha, y luego como se alejaba.
“Maldita sea, eso estuvo cerca” Simon fue el primero en hablar, al mirarlo notó las pequeños gotas de sudor que rodaban por su frente. “No sabía que tenías un buen gancho” se echaron a reír. No podían parar, sus carcajadas por primera vez eran estruendosas. “Le rompiste la nariz, estoy seguro ¿escuchaste que algo tronaba?”
“¿Podemos discutirlo en el suelo?”
Empezaron a bajar, muy despacio, sin poder creer a qué altura habían llegado. Una vez en el suelo parecía que respiraban profundo.
“¿Qué mierda le pasa a ese tipo? ¿Es acomplejado o algo?”
“Solo es un odioso hijo de puta” escupió “Siempre me molesta, yo sólo lo ignoro, pero no me había empujado, si no fuera por ti yo hubiera sido el de la nariz rota”
“No supe lo que hice” se miró los nudillos, seguían rojos y dolían pero seguramente no más que la nariz de aquél.
Sonrió.
Desde que lo conoció en la cafetería no le había agradado.
“Te debo una” empezaron a caminar “Estoy seguro que se llevaron la cerveza” dijo cabizbajo pero su buen humor no había desaparecido “¿Me dijiste que tienes una guitarra?”
“Si” respondido confundido
“¿Podemos ir a tu casa? Serían divertido improvisar un poco”
†
Recién pude escribir.
Estoy en mis últimas semanas de colegio para
salir definitivamente del bachillerato
y me tienen un tanto atareada.
Pero quiero aprovechar el insomnio y
la inspiración para subir un capitulo más,
por la mañana o durante la madrugada.La foto de multimedia es un bosque real,
en Salem de una cuenta de instagram.
Espero recordar el usuario para compartirlo
si quieren curiosear un poco.Gracias por leer
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Just Like Heaven | PAUSADA
FanfictionUn pueblo tranquilo y una vida cotidiana, el deseo de Zoe de que llegara algo emocionante a su vida parece cumplirse con la mudanza de un extraño chico de ropas oscuras.