Parte 7 Incómodo.

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Al terminar de comer estaba decidida a irme de ese lugar de inmediato. Sin embargo, después de tratar de despedirme, me invitaron a seguir al salón donde se serviría el postre, no pude negarme. Al llegar allí ya estaban servidas tazas humeantes de café y diferentes tartas. ¡Mierda! esta gente porque no era obesa con todo lo que comían, es que los había visto comer con elegancia, pero aún así sin ninguna privación habían disfrutado casi de todos los platillos servidos.

Tomé el postre e hice el ademán de ponerme de pie de nuevo, ahora me sentía mucho más incómoda teniendo en cuenta que desde que ingresamos en ese salón, Dina no dejaba de acariciar y tratar de tocar a Igon, ella se había sentado en el brazo del sillón en el que él estaba, y no dejaba de toquetearlo. lo anterior me llenaba de una sensación de incomodidad irracional, algo dentro de mí me instaba a querer quitarla de su lado de un manotazo, pero me repetí que estaba loca y que no tenía porque tener esa clase pensamientos.

La conversación fue muy superficial mientras tomábamos el postre, arte, lo maravilloso de las montañas Cárpatos y el por qué elegí justamente este lugar de entre tantos para vacacionar. Les conté de mi fascinación por la historia del sitio y la gran curiosidad por su arquitectura. Me escuché confesar que esa era la razón de haber irrumpido en la propiedad, justo el deseo de conocer esta casa tan internada en el bosque y tan alejada del poblado. Noté que los caballeros me miraban con atención, incluso él rubio parecía demasiado concentrado en mis palabras. Sin embargo, a mí solo me interesaban las expresiones de Igon, lastima que debía recordarme a cada minuto que tenía una mamba negra sentada muy cerca. 

Las grandes ventanas del salón empezaron a enseñar sombras que informaban que el atardecer había llegado y que yo debía irme. Increíble que me hubiese quedado toda la tarde en el lugar, aunque sabía bien porque lo había hecho, solo que me negaba a aceptarlo.

—Agradezco la invitación la verdad no era necesario, todo ha estado delicioso. Espero no haber sido molestia.

El resoplido de Dina bien pudo haber sido gracioso, pero preferí ignorarlo, ella solo era una mujer celosa y con toda la razón. Si yo tuviera semejante criatura como pareja me encerraria con él en una habitación y no lo dejaría salir ni a tomar aire. 

—Tan pronto te vas, por qué no tomar un trago. _Dijo Dina tomándome por sorpresa, pues de cualquiera me esperaria que insistiera en que aún no me fuera, pero de ella sonaba más a sarcasmo que ha cualquier otra cosa.

—Agradezco su hospitalidad, pero ahora si debo irme. Se hace tarde y creo que aquí tienen reglas muy estrictas sobre los horarios. _Dije mirando a Igon, no se porque lo hice pero me enganché con su mirada azul, algo me llevaba a no dejar de hacerlo, era placentero y acojonaba en verdad.

—Esas reglas no aplican aquí. _Habló ahora el rubio, que sabía se llamaba Cash. —Pero si ya no podemos retener un minuto más tu agradable compañía, supongo que te llevaré hasta el lugar en el que te hospedas.

La decepción al darme cuenta que me llevaría Cash y no Igon fue palpable, aunque la empujé muy al fondo, había logrado salir victoriosa de esta extraña visita y no podía echar todo a perder justo minutos antes de irme.

—Pues de nuevo gracias por todo y un placer haberlos conocido. _Dije hacía Igon.

Este solo asintió y Dina me ignoró ahora acomodándose en el regazo del hombre más sexy jamás visto.

Tragué duro al sentir de nuevo la gran incomodidad que me causaba ver a esa mujer tan cerca de él, nunca en mis 25 años me había sentido de este modo por alguien, y eso que apenas lo conocí, igual también le adjudicaba la culpa a que oliera tan maravillosamente bien. Porque no me cabía duda que ese aroma salía de él y no es que fuese un perfume o algo por el estilo, era como si su mismísima esencia emanara esa maravilla.

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