Parte 12 Extraño en igual medida

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Freia.

Mi madre literalmente flipó cuando le dije que había conseguido un buen empleo, no ahondé en información sobre como pude conseguirlo, no lo hice porque creyera que estaba mal, de todos modos, hoy en día las conexiones lo son todo. Sin embargo, conocía lo suficiente a mi madre para saber que pegaría el grito en el cielo y no solo eso, inventaría que me acosté con alguien para lograrlo y todo ello llegaría precedido por una pelea monumental. Lo sé, la relación de ambas era amor odio, y odiaba que creyera que podría tener sexo por algo a cambio, pero en su defensa diré que en varias ocasiones la he cagado de verdad.

Ahora mis padres habían quedado un poco más tranquilos después de saber que su querida hija alias la oveja negra de la familia tenia un empleo con el cual sostenerse.

Llegué llena de energía a mi segundo día de trabajo, raramente a pesar de que en la tarde anterior me sentí muy enferma, hoy me había levantado como si nada hubiese sucedido y ello me tenía de muy buen humor. Humor que se esfumo cuando cierta mujer de piernas largas e infartantes me cerró el paso justo antes de llegar al ascensor.

—Tú te vienes conmigo. _Exigió Dina tomándome fuertemente del brazo y estaba más que segura que allí dejaría marca.

Su actitud me molestaba, aunque sabia que a ella le agradaba tanto como ella me agradaba a mí, es decir, nada. Entonces evitando por completo crear una escena en mi segundo día de trabajo y menos con la novia del dueño, fingí una sonrisa ante los ojos curiosos y me deje arrastrar a donde fuera que me llevara la novia psicópata de mi jefe.

Llegamos a un piso inferior descendiendo por las escaleras de evacuación y al notar que ya estábamos solas, deje de fingir y enfrente a la muy puta.

—¿Se puede saber que mierda te hice para que casi me arrastraras por todo el lugar? _Exigí mas que presa por la ira.

—Esto lo voy a decir una sola vez y créeme estoy siendo benévola, o desapareces de nuestras vidas o desearas nunca haber nacido.

Juro que sentí miedo, cada uno de los vellos de mis brazos se pusieron en punta a causa de la amenaza tan explicita por parte de Dina. Sin embargo, no me caracterizaba por salir corriendo, si me tocara definirme jamás diría que era valiente, pero si bastante imprudente y aventada. Entonces claro que no le daría gusto a la muy zorra, además si tenia desconfianza eso lo tenía que hablar con su pareja, no conmigo, o la otra opción sin duda era que no saliera con alguien tan guapo y apetecible para la vista. Yo tenia ojos, todo el gremio femenino e incluso masculino también los tenía, entonces que amenazara a la humanidad entera si quería, pero mi trabajo no lo iba a mandar al demonio porque la reina de los celos así lo deseaba.

—¿Me estas amenazando? _Se me ocurrió preguntar, cuando era más que obvio que lo hacía.

—No chiquita te estas equivocando, yo actúo, sin embargo, hoy y solo por hoy me has cogido de buen humor.

De nuevo esa sensación, ese pinchazo a la altura de mi espina dorsal que me decía que esto no era una simple discusión causada por los celos y que ella sí que podría hacerme algo muy malo. Como siempre lo ignoré. Y me reí de forma irónica.

***

Dina.

Estaba lista para mandarla al demonio, la inútil humana me estaba enfrentando y no sabia si admirarla por valiente o sentir lastima por su estupidez, después de lanzarle una clara amenaza con mis poderes, algo que le hiciera sentir que solo era una presa y que frente a ella tenía algo que podía descuartizarla sin que pudiera siquiera pestañear elegí la segunda opción. Ella era estúpida y se atrevía a reírse de mí, en mi cara, firmó su sentencia de muerte porque así Dumetrescu cortara mi cabeza esta perra de aquí hoy salía en pedazos.

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