Parte 10 Meterme en su cama

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—¡Habla de una puta vez que me tienes de los nervio! _Exigió Martín mientras se comía la uña del pulgar.

—Me dio una cita. _Contesté sin podermelo creer, ya que, si bien acepté la loca idea de Martín de contactar a Cash, jamás imaginé que él pudiera pensar en darme un empleo.

—¡Mierda! Tú sí que tienes suerte, cada que creo que vas a caer por un precipicio algo sucede y sales adelante como si nada.

—No digas eso, aún no me han dado el trabajo, sigo con medio culo en la calle y el otro en casa.

—Nah, estoy seguro que te dan el trabajo o acaso no escuchaste el tono de la voz con el que te habló ese sujeto, era ronroneo estoy seguro.

—Ronroneo ¿Que mierda es eso?

—Ya sabes, ese tono gatuno que se utiliza cuando se quiere ligar.

Solté una carcajada Sonora y esta vez nadie se sobre saltó al parecer ya se estaban acostumbrado a nuestros cacareos.

—No estaba ligando, él solo es amable.

—Ya me dirás qué es amable cuando te toque estar en cuatro. _Dijo Martín mientras recibía un pedido y se ponía a prepararlo como si no hubiese insinuado que Cash me quería meter a su cama.

***

Una hora más tarde después de haber comido como si no lo hubiese hecho en años, decidí que era momento de regresar a casa y preparar todo para la cita con Cash, me preocupaba no tener nada limpio que ponerme, no recordaba si antes del viaje dejé mi ropa de trabajo limpia.
Él camión de comidas de Martín estaba a más o menos quince minutos caminando y mientras me encogía de frío en mi abrigo sentí un pinchazo frío a la altura de mi espina dorsal, ese pinchazo que te avisa que algo pasa o que estás en peligro.

Con nerviosismo miré de lado a lado para investigar si alguien me seguía aunque no había sentido pasos, nada, no había nadie. Pero esa sensación no se me quitaba. Revisé el reloj de pulsera para darme cuenta que estaba realmente tarde para caminar a casa sola y pensé que lo más sensato fue esperar a Martín, pero ya me había aventurado y estaba más cerca de casa que de su local.

Apretando el paso caminé más y más rápido pero esa sensación en vez de disminuir se asentuo aún más.
Llegué a mi edificio sudando frío y con un leve temblor y aunque nada me pasó esa sensación extraña no se me quitaba  y fue peor cuando al estar frente a la puerta de mi apartamento está cedió sin que siquiera hubiese hundido aún la llave.

No pensé lo que hacía lo único que hice fué levantar el extintor que reposaba en el suelo al lado derecho de mi puerta y entre en casa, no tenía un plan ni nada solo apreté el extintor hasta que mis dedos se pusieron blancos a causa de la fuerza y entonces.

—Ahhhhhhhhhh _El grito salió de mi garganta seguido de un segundo grito, después el ruido sordo del extintor cayendo al suelo.

—Freia a ti que es lo que te pasa y que pensabas hacer con esa cosa ¡Matarme! _Gritó mi mamá mientras miraba el extintor en el suelo.

—¿Que les pasa por qué gritan? _Salio mi hermano Fred obviamente de mi habítacion donde debía de estar de holgazán. Luego mi padre mirándonos como si estuviéramos locas.

—Ustedes no podían avisarme que vendrían casi me cago del miedo, pensé que se habían metido los ladrones en casa. _Dije explicándome.

—Y no pensaste en algo mejor que entrar y cazarlos por ti misma. _Comentó mi hermano reprimiendo una sonrisa.

—Estaba nerviosa no pensé.

—Y cuando piensas. _Secundó mi mamá frunciendo su ceño.

—Y a todas estas que hacen aquí, hace horas que me echaron de su casa, acaso se les quedaron pendientes más regaños por qué si es asi.....

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