Parte 13 Cheschire

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¿Quién no ha visto Alicia en el País de las maravillas? Todos alguna vez han visto por lo menos una versión de esa jodida película. Bien ya no divago más. El hecho es que aquí estaba yo, bien sentada al lado del muy apetecible y enigmático Igon Dumitrescu, mirando a ningún sitio en específico por la ventana evitando a toda costa que él pudiese percatarse de la sonrisa de satisfacción que tengo muy bien puesta en los labios, todo porque sabía que Dina más pronto que tarde se enteraría que con sus putas advertencias me limpié el culo.

—Compartelo. _Escuché como rompió el silencio con esa voz que me hacía estremecer. Lo acepto estaba mal por este hombre.

—¿El que? _Indagué sin tener idea de a qué se refería.

—Lo que te tiene sonriendo como el gato de Cheschire.

Su comentario me dejó con la guardia baja pues no sabía en qué momento pudo ver mi expresión pues estábamos acomodados uno al lado del otro pero con una buena distancia. Aunque el estar con él en la parte trasera de un auto, él desprendiendo ese maravilloso aroma y yo pensando en todas las cosas indecentes que se pueden hacer en un espacio como este. Tenía que evitar a toda costa que mi muy activa imaginación siguiera libre por esos caminos, pues esto podría traerme más problemas que beneficios, pero como me encantaban los problemas y con él los quería todos. ¡Mierda!

—No sé de qué hablas. _Dije perdiéndome en ese color particular de ojos que solo un hombre único como él podría tener.

—Hagamos de cuenta solo por hoy que te creo Freia Nicols.

Dios celestial en que me estaba metiendo, es que no estaba pasando nada, solo me estaba acercando a casa. Él  no estaba intentando nada conmigo yo no tenía ahora el coraje de intentar tampoco nada, pero porque me sentía así, era algo muy extraño y atractivo al mismo tiempo. Me sentía muy atraída por él. Si pudiera compararlo con algo podría ser el magnetismo, sentía que mi cuerpo respondía a su cercanía, como si mis dedos picaran por tocarlo, como si su calor me llamara a gritos. ¿Que estaba mal Conmigo? Ni que no hubiera visto hombres guapos alguna vez en la vida. Ninguno como él tenía que ser honesta, esto ya se estaba volviendo molesto porque no podía controlarlo, tenía que gestionar lo que fuera que me ocurriera de una vez por todas, ya le prometí a mamá que dejaría los problemas atrás por lo menos por un tiempo y de verdad juro que quería cumplirle.

—Hemos llegado.

El tono calmado de su voz me hizo regresar de mis pensamientos, solo para darme cuenta que me había perdido en ellos mientras lo miraba como una idiota. Este hombre en serio debía creer: 1. Que yo era retrasada. 2. Que posiblemente sufrí un derrame en el trayecto de su edificio a mi casa.

—Eh, gracias.... _Balbuceé quedando aún más en ridículo si eso era posible.

—Cuidate Freia. _Dijo él mientras su chófer abría la puerta para mí.

El auto se puso en marcha hace por lo menos unos cinco minutos y yo seguía de pie allí afuera mirando el punto por el cual desapareció, sí, estaba en modo retrasada de eso no había duda.
Algo en mi interior estaba cambiando, llámenme loca, díganme que perdí la poca o casi nula razón que me quedaba pero es que no podía ignorar todo lo que despertaba Igon Dumitrescu en mi interior. Nunca, absolutamente en ningún momento me sentí tan atraída por nadie y no me mal interpreten claro que he tenido mis relaciones, incluso la mayoría tóxicas. Inclusive algunas muy intensas, pero esto, esto de verdad era una liga diferente además había que añadirle una novia posesiva y celosa que mañana sin duda trapearia el edificio conmigo. Entonces ya no me sentía tan satisfecha por haber aceptado el aventón, tantas emociones confusas y el recordar las advertencias de Dina causaron un estremecimiento y la indudable molestia en mi espina dorsal, ese pellizco que me avisaba que algo no muy bueno sucedería.

BEAST SOULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora