Parte 28 El precio de ser mía

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Freia Nicols 

—No la quiero aquí. 

Le dije fuerte y claro, después de que al fin pudimos separar nuestros labios, nuestras manos, todo. Porque era como si no pudiesemos parar de acariciarnos y esta si que era otra etapa de nuestra muy extraña relación. 

Me sentía extrañamente poderosa, era como si desde el acercamiento que tuvimos en Londres, implícitamente la forma en que nos tratamos hubiese cambiado. No me pregunten el por qué, pero sentía muy en el fondo como si él al fin estuviese aceptando lo que yo significaba en su vida. Además voy a ser muy pero muy clara, la prudencia no es mi fuerte y desde que me di cuenta de que y quien era estuve reprimiéndome en demasía. Primero porque todo este mundo era desconocido y acojonada y segundo y ultimo, ya que, él me trataba como si fuese menos que nada. 

—¿Por que no dices nada? así de difícil es mandarla de nuevo a la mierda. _Me atreví a decir con enojo y es que no entendía por que ella era tan importante. —¿Acaso es que tu amante te hace tanta falta?

Sabia que me estaba pasando, pero en verdad no me importaba, tal parecía que el ultimo tornillo que tenía y que mi madre siempre me decía estaba flojito se acababa de soltar. 

Y como si la hubiese invocado la riña con Igon o mejor dicho mi parloteo ignorado por él fue interrumpido por el sonido vigoroso de mi móvil. Salvado por la campana, ya que, el nombre que avisaba el identificador de llamadas me acojonaba mas que cualquier otra cosa en la vida. 

—Hola mamá. _Contesté tratando de escucharme segura y sin perder la mirada de cierto hombre que ahora sonreía de forma burlona, tal vez a causa del temblor en mi voz. 

—¡Eres una desconsiderada, mala hija, tu padre esta a punto de sufrir un colapso! ¿tan difícil es llamar y decir que estas bien...?

—Mamá hace poco lle...

—Te vienes ya mismo para la casa, inmediatamente Freia, últimamente estas con muchas excusas y que estas ocupada, que ocupada vas a estar tu que...

—¡Mamá...!

Intentaba hablarle pero esa mujer enojada era como un torpedo, quería decirle que iría pero temía por todas las advertencias que me habían hecho al respecto. Sin embargo, sino iba mi mamá se presentaría, la conocía bastante bien para saberlo. Así que tragándome la vergüenza de que escuchara como me trababa mi madre, puse la llamada en silencio  y con mi mejor voz de ruego. 

—Por favor déjame ver a mis padres. _Pedí con cara de cachorrito. 

—Sabes que es peligroso, tengo muchos enemigos y ahora que estas en mi mundo y todos saben quien eres todo lo que este cerca será objetivo. _Dijo tajante y le creí. 

—¿Entonces que hago? toda mi vida he tenido a mi familia, no he sido la mejor hija pero tampoco me gusta preocuparlos mas de lo necesario y es claro que si mi mamá no ve que estoy sana y salva va a venir y no la quiero cerca a la loca maniática que trajiste otra vez. 

—Ve entonces, los hijos de las sombras estarán contigo. _Cedió con rapidez y esto me lleno de una ridícula sensación de triunfo. 

No sabía a ciencia cierta que me dejo mas sorprendida, si el hecho de que hubiese cedido o que me dijera que los hijos de no se que mierdas irían, ¿Qué era eso? y si le hacían daño a mis padres. En definitiva mis expresiones tenían que ser un libro abierto, ya que, sin siquiera decir palabra él ya me estaba explicando. 

—Ellos son mis soldados y por ende los tuyos, nada le harán a tus familiares. 

—¡Freia maldita sea me has dejado hablando sola! 

BEAST SOULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora