Parte 15 Juegos macabros

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Freia Nicols

—Esto no es real, esto no es real. 

¿Qué mierda esta ocurriendo conmigo?, ¿por qué me esta pasando precisamente a mí?, ¿Qué estaba mal en mi cabeza para que ahora mi cerebro estuviera fallando de esta manera?. Juro que mis ojos no me engañaban, las putas sombras de mi habitación se estaban materializando hasta formar figuras masculinas gigantes, con extremidades casi deformes y siniestras, ojos negros como pozos, pozos sin fondo que al hacer contacto visual me mostraron el infierno, el vacío. 

Grito tras grito de terror, el castañeo incesante de mis dientes y el aferrarme como si se me fuera la vida en ello a la manta que aun me cubría y que no me daba seguridad alguna. Nadie, absolutamente nadie podría ayudarme esta vez, mi corazón aceptaba mi inminente desaparición de la faz de la tierra, la premonición de que nadie jamás podría sobrevivir a semejante pesadilla. Mi parte racional trataba de hacerme entrar en razón. "Esto tan solo esta siendo creado por tu imaginación, cierra los ojos Freia, respira y veras que todo va a desaparecer", lo hice, claro que lo hice, pero las sombras seguían allí, me miraban y podía jurar que también sonreían. 

Me negué a permitir que mis nervios y la estruendosa migraña continuaran dominándolo todo, como pude tomé el móvil de la mesa de noche y con dedos torpes localice el numero de mi mejor amigo, él tenia que venir y ayudarme, tenia que espantar estas cosas. Ellas seguían allí acechando aunque aun no intentaron acercarse, algo en mi interior me decía que era parte de su juego siniestro, ¡Mierda, estaba mas loca de lo que creía!

—Ahhhhhh _Grité al notar como mi móvil fue retirado de forma brusca de mis manos y estrellado contra  la pared mas cercana. 

¡No! definitivamente esto no fue parte de mis supuestas alucinaciones, aquí estaba ocurriendo algo.

Salí de la cama como alma que lleva el diablo, al fin recupere el dominio de mis extremidades, yo no seria la chica estúpida de las pelis de terror que siempre mueren por idiotas. Agradecí por primera vez en la vida el vivir en un sitio tan pequeño, en segundos ya estaba cruzando la sala y obvio no miré hacia atrás para enterarme si las putas sombras me seguían o no. Sin embargo, cuando estuve apunto de tomar el pomo de la puerta de salida sentí como un agarre quemó mi tobillo y me arrastró todo el trayecto de regreso a donde estaban mis pesadillas. Mi habitación. 


***

Igon Dumitrescu

Un grito, dos gritos, tres gritos... Melodía para mis oídos, el mas siniestro de los placeres, como me encantaban los gritos de terror, pero los de ella me excitaban de una forma deliciosa. El negro placer de romper a quien fue creado para destruirte. Una sonrisa macabra se dibujó en mis labios cuando noté su expresión de total desconcierto al ver como su móvil, lo que ella en un principio creyó su esperanza para salir de la pesadilla creada por mí y solo para ella, fue a parar a su pared hecho añicos. Sonreí aun mas cuando comprendió que estaba en peligro físico y no solo mental, cuando al fin sus mecanismos de defensa se quebraron y al fin aceptó que fuese cual fuese la mierda que estaba sucediendo era muy real. 

Cuando corrió hacia la salida se me hizo muy tierna, casi, pero solo casi quise dejarme ver y notar si ella me vería como su salvación. No lo hice, quería romperla un poco mas, quería ver hasta donde su mente podría resistir el terror, si con esta pequeña dosis podría romperse para siempre y es que si su mente frágil y humana enfermaba incluso seria lo mejor para ella. Dina con su actuar no me enojó, solo me dio una idea. Quería ver hasta donde esta pobre chica podía llegar, deseaba ser testigo si podía resistir mi mundo. 

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