Freia Nicols
Siento un frío interno que llega hasta lo más profundo de mis huesos, mis dientes suenan de forma frenética al chocar uno con otros y por más que intento respirar de forma normal el aire se sigue atacando en mi garganta. Todo hace parte de mi mente, todo hace parte de mi mente.
—Bebe esto Freia.
Escucho el sonido candente de su voz y en vez de sentirme mejor al no encontrarme sola, ahora me siento llena de vergüenza porque aún puedo percibir el terror en mi interior como una entidad viva. Se perfectamente que todo estuvo solo en mi imaginación, que nada de lo que creí que vi, escuché e incluso sentí existe. La culpa se la atribuyo solo a las pocas horas de sueño que tuve la noche pasada, además al hecho de ser una morbosa sin remedio que se deja llevar por la curiosidad al tratar de hallar información sobre toda esa historia, esa mitología antigua y mística que envuelve cada cuento de terror con los que me he obsesionado.
—Gracias. _Logro decir después de recibir el vaso que bebo de un solo trago sin percatarme primero de que es.
Error, porque el sabor es tan fuerte que mi garganta quema, de un brinco logro pararme del sofá en el cual me encontraba sentada y que hasta el momento percibí, ya que, mi deplorable estado ni siquiera me había permitido detallar en donde me encuentro.
—¿Qué me diste? _Pregunto cuando la tos al fin me abandona, cuando al fin mis dientes han dejado de castañear.
—De haber sabido que un buen vaso de licor añejo te sacaría de tu shock te abría ofrecido antes.
Y allí lo noto, la distracción me ayudó porque gracias a ello he dejado de sentirme asustada, aunque la vergüenza sigue allí. Aprovecho al fin mi lucidez para percatarme de donde estoy, pero no solo para ello sino también para dejar de mirar a Igon, no me conviene quedarme viéndolo como una obsesa y más aún cuando he pasado por tantas vergüenzas.
—¿Dónde estoy? _Indago porque claramente en la oficina no estamos y eso me hace ponerme aún mas alerta.
—En mi casa, en mi alcoba.
Me pongo tensa de inmediato, ¿Cómo carajos llegué a su casa? ¿Por qué estoy en su alcoba? Y varias preguntas más se formulan de forma frenética en mi mente y mi expresión debe ser muy, pero muy transparente, ya que, él empieza con su explicación.
—Yo te traje, estabas muy mal Freia y decidí que este era un lugar adecuado.
¿Adecuado? No entendía una mierda.
—¿Por qué no llevarme a mi casa, un hospital o avisar a mi familia?
Me escuché indagando, no sabía por qué en vez de sentirme tranquila, tenía la indudable sensación de que estaría mejor en cualquier otro lugar.
—Tomé una decisión Freia, con un gracias por no dejarme arrastrando en el suelo presa de un ataque de nervios es suficiente.
Respondió mirándome fijamente a los ojos, pero su forma de mirarme no podía compararse, no encontraba definición para con la forma en que Igon Dumitrescu podía meterse bajo mi piel.
—Gracias. _Me escuché decir tan solo.
—Puedes asearte allí, y puedes usar cualquier cosa que encuentres. _Informó aún sin quitarme la mirada de encina e ignorando mi escueto agradecimiento.
Me dejó sola en el lugar y después de que se fue pude respirar de forma normal, aunque en su presencia ya no respiraba frenética por el miedo, ahora lo hacía por otra cosa, él estaba causando un cúmulo de sensaciones que desconocía totalmente, esto no era correcto y no por qué tuviera novia, mi moralidad de todos modos no es que fuese lo primordial en mi actuar. No lo sentía correcto por qué desde que lo conocí mi instinto de supervivencia me pedía que saliera corriendo, que si era posible me escondiera debajo de las piedras para que no pudiera encontrarme, pero otra parte una que al parecer estaba logrando dominar me decía todo lo contrario, me instaba a reclamarlo como si él fuera mío, como si yo fuese un animal que actúa solo por instinto, es que habían momentos en que me picaban las uñas por enterrarlas en su carne, mis dientes deseaban dejar la prueba evidente de que él era mío. Pero lo anterior era una completa locura y por ello me sentía tan confundida. Esos pensamientos no los podía tener una persona sana, nunca me había catalogado como normal, mis actos de todos modos me precedían y tampoco quise nunca encajar en el molde, pero ahora, todo lo que estaba pasando, mis pesadillas y mí actuar me estaban diciendo que era el momento de buscar ayuda de un profesional.
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BEAST SOUL
FantasyRememorar el pasado no es bueno para un ser como yo, vagar por ese camino podría traerle muchos problemas a aquellos que quisieron quedarse, aún me resulta estúpida su decisión cuando por una sola vez les permití decidir. Dos opciones tenían, la pri...