CINCUENTA Y NUEVE

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Tiempo actual

No puedo moverme, estoy desubicado. Intento hablar pero mi boca solo emite quejidos.

Siento ligeras explosiones detrás de los ojos y aunque los tengo cerrados me parece ver luces. Intento abrirlos pero el fuerte dolor de cabeza me hace cerrarlos de nuevo.

Los oídos me zumban y escucho murmullos apagados a mi alrededor. Algo me impide moverme, siento un ligero olor a plástico quemado. Entreabro los ojos y distingo la bolsa de aire, siento que me sofoco, intento apartar la bolsa con las manos, me duele la muñeca. Recuerdo que sostenía fuerte el volante antes del impacto.

Intento deshacerme del cinturón pero parece atascado. Me toco la cabeza y siento algo tibio, miro mis manos y el líquido rojo en ellas me da naúseas.

Es entonces cuando entiendo todo. La llamada, el frenón, el impacto. ¡Acabo de chocar con alguien!

Siento un calor recorrer mi cuerpo, la adrenalina hará su trabajo ahora, no sentiré dolor por unos minutos, vitales para salir de aquí si la situación es peligrosa. Pero, sí siento dolor, no quiero imaginar cómo me sentiré en unas horas. Intento zafarme del cinturón nuevamente sin éxito. Entonces miro hacia afuera, aunque es difícil distinguir algo con los cristales agrietados y el humo que escapa del motor

Miro por el retrovisor y veo que hay gente alrededor, distingo luces de sirena, espero que la policía llame pronto una ambulancia. Llamar... Vanessa. Intento inclinarme para buscar el celular que se me cayó pero un fuerte dolor en el costado me lo impide. Creo que mejor me quedaré quieto hasta que llegue la ayuda. Ahora solo quiero cerrar los ojos un momento.

–Señor, ¿se encuentra bien? –Un hombre golpeando el cofre me sobresalta en mi intento por dormir.

–Creo que sigo con vida... no estoy seguro –respondo entrecortado, me duele respirar.

–Por favor no se mueva, en un momento estaremos con usted.

Después de unos segundos la puerta del copiloto se abre con fuerza, veo dos paramédicos listos para sacarme de aquí. Suspiro aliviado.

– ¿Cómo están en el otro auto? –Pregunto preocupado, no me gustaría haber ocasionado un daño fatal.

–Todos bien, señor, al parecer usted es el más afectado debido a la velocidad a la que venía. Pero no se preocupe, estamos aquí para atenderlo. Por favor no intente moverse, en un momento lo sacaremos del auto.

–Gracias.

Trabajan con rapidez y destreza, en menos de lo que esperaba estoy fuera del auto, siendo transportado en camilla hacia la ambulancia.

Distingo otra unidad cercana, donde parece que están atendiendo a las víctimas del otro auto.

–Creo que estoy viendo triple –susurro.

–No, señor –responde divertido el paramédico–. Había trillizos en el otro auto.

–Ja, qué gracioso –es lo último que digo antes de desmayarme.

*

Camino hacia el ascensor tratando de contener las lágrimas. Si lloro mi paso será más lento y estaré distraída, necesito llegar con bien a casa. Cuando estoy en la planta baja voy rápido hacia la salida.

– ¿Señorita Ana? –Me pregunta un hombre de mediana edad.

Me siento turbada, no conozco a nadie aquí.

–Soy Javier. La señora Garnica me pidió que la traslade a su domicilio a salvo.

Oh, es cierto, lo olvidé por completo. Debo calmarme, estoy demasiado dispersa.

¿Quién eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora