DIECISIETE

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1928-1933

No fue fácil para Jorge irse, y sabía que tampoco era sencillo para Mónica dejarlo ir.

Aun así, creían que era lo mejor, que las cosas mejorarían con el tiempo. Él había pensado regresar apenas se estableciera y vivir con Mónica y el bebé en otro lugar, pero a veces el destino no comparte los mismos planes.

Calculó cuidadosamente cuál sería el mejor destino para empezar de nuevo, eligió un pequeño pueblo alejado, a una semana de distancia en tren con varias escalas y tres días en coche. Aunque no por alejado era menos importante, no había muchas personas con la mira ahí, por lo que él no sería reconocido.

A pesar de ser joven, Jorge traía el porte de un gran hombre, había tomado todo aquello que consideraba bueno en su padre, emulaba una buena y mejor versión de Epifanio, quien hubiera sentido orgullo real por su hijo.

Se estableció en las inmediaciones del pueblo. Una pequeña casa aledaña al centro fue su única opción, pero era perfecta para su cometido: no estar tan desapercibido ni tan visible, quería conocer el lugar y que la gente notara su presencia de poco en poco. Algunas semanas después ya comenzaba a conocerse entre las personas que un rico inversor (cabe aclarar que realmente no tenía mucho dinero con él) había llegado a esas tierras en busca de nuevos negocios para ampliar sus riquezas. Al mismo tiempo, a los oídos de Jorge también llegó la deshonra del pueblo.

La hija menor del alcalde, una elegante y bella dama de rasgos finos, de maneras delicadas y modales exquisitos; se había casado unos cuatro años atrás con un hombre de gran fortuna y renombre, quien dejándola embarazada de su tercer hijo se fue lejos con el que hacía las veces de su contador privado. Aunque se decía entre la familia que había tenido un accidente en el que había perdido la vida, el populacho tenía su propia versión de la verdad y alimentaba su morbo con imaginaciones. De más está decir que Jorge la vio como un bálsamo salvador, una buena oportunidad de limpiar su nombre y hacerse de una vida nueva.

Con el paso de los meses se conoció más su fama ya que habían pegado sus inversiones y empezaba a hacerse acreedor de una pequeña fortuna. Tan bien lo había planeado todo, que no se sorprendió al recibir una carta del alcalde, al abrirla encontró una invitación para acompañarlo a él y a su familia a cenar. Su plan estaba dando resultados.

El día de la cena todo transcurrió tranquilo hasta que se tocó el tema de las vidas personales, Jorge supo evadir todo bien, pero a la hija del alcalde no se le daba tan bien el disimulo. Él simplemente hizo como si nunca hubiera escuchado rumores en el pueblo acerca de ella y dejó que hablara y lo fascinara. Era más joven que Jorge, pero no mucho mayor que Mónica, habiéndose casado a los dieciséis años tenía ya tres hijos.

Bastaron pocas semanas de noviazgo para que el alcalde les diera la bendición y se casaron, en lo que calculó Jorge, a los pocos meses de que hubiera nacido el hijo de Mónica.

Jorge no reveló a su suegro jamás su, por así decirlo, oscuro pasado. Pero la conciencia no le dejó engañar a la noble mujer que sería su esposa, deseaba ser mejor que su padre y entendió que Epifanio hubiera ocultado un aspecto así de su vida, por lo que él no lo haría y le contaría toda la verdad. Catalina lo tomó mejor de lo que esperaba, el acto de confianza que Jorge efectúo provocó que ella también abriera su corazón, le contó todo lo que en realidad había pasado con su anterior esposo. Así que sin más miramientos y aceptándose el uno al otro contrajeron nupcias, al poco tiempo ya esperaban un hijo.

Fue en ese tiempo que Jorge escribió a Mónica. No se atrevió a escribirle directamente por temor a que alguien pudiera interceptar la carta, además por comodidad y respeto a sus nuevas vidas. Esperaba que entendieran la razón de la frialdad de sus palabras.

Explicaba brevemente lo que había acontecido y sabía que al decirlo quedaba sobreentendido que Mónica y él no podrían tener más una vida juntos. Le dolía demasiado pensar en eso y al imaginar a Mónica leyendo su carta se le partía el corazón, sentía que la había engañado, pero esa no había sido nunca su intención. Las cosas simplemente habían tomado otro rumbo y todo era mejor así.

No recibió respuesta, aunque esperaba con ansias leer algo de Mónica o saber algo del bebé, ¿habría sido niño o niña?

Catalina tenía ya tres hijos con su anterior esposo, con Jorge tuvo otros tres a través de los años.

Él adoptó como suyos a los hijos de Catalina y estos le tomaron gran cariño a él también.

Sus vidas transcurrían tranquilas y sin preocupaciones, tenían todo lo que necesitaban, los niños recibían buena educación, gozaban de salud y la fortuna de Jorge crecía cada vez más. Eran un matrimonio y familia ejemplar para todo el pueblo.

Aun así, a veces le costaba un poco de trabajo conciliar el sueño por las noches, preguntándose qué habría pasado si hubieran tomado decisiones diferentes, si no hubiera dejado ir a Mónica o si ella no lo hubiera dejado irse. Pensaba en el bebé, tal vez algún día podría ir a visitarlos. ¿Mónica sería tan feliz con Alejandro como él con Catalina? Era mejor no pensar en todas esas cosas, le causaban angustia en el alma y sabía que era difícil ocultar sus sentimientos de Catalina, quien siempre notaba cuando su esposo estaba distraído o con problemas.

Algunos años más tarde, llegó una carta de Mónica. Catalina la recibió y rápidamente se la entregó a su esposo. Cuando terminó de leerla ella le pidió saber qué decía.

–Pregunta si María puede venir aquí –contestó de manera automática.

– ¿Quién es María? –preguntó extrañada.

–Mi hija.

Catalina no lo dudó, amaba a Jorge y habría aceptado cualquier cosa por el hombre que le quitó el deshonor y la vergüenza de encima.

–Dile que sí, ve por la niña –afirmó de inmediato, tomándole tiernamente de las manos.

Jorge estaba extrañamente feliz, el bebé de Mónica había sido niña, ¡él tenía una hija! Con Catalina había tenido ya dos varones, así que le ilusionaba sobremanera saber que tenía una hija biológica.

Hizo todos los arreglos necesarios para viajar lo más pronto posible.

Conocería a su pequeña, la vería por primera vez y también podría ver a Mónica de nuevo.

*

Tiempo actual

– ¿En serio?, ¿la señorita Ventura ha hecho eso por ti? –Pregunta Daniel totalmente asombrado.

– ¡Sí! ¿Puedes creerlo? Ella ha sido realmente amable –no hago nada para disimular la emoción que aún me embarga.

Y no es para menos, ella se tomó el tiempo y la molestia de ayudarme. En verdad hizo un gran trabajo, solamente falto yo en hacer mi parte. Debo ir a la clínica de maternidad que queda y al seguro social, espero obtener la información que tanto anhelo.

– ¡Wow! De verdad que además de estar bien guapa y ser una excelente maestra, es una bella persona en su interior.

Salgo de golpe de mis pensamientos.

Cielos, ¿acaso me ha dado celos el comentario que ha hecho Daniel? No, debe ser otra cosa.

–Eso creo –contesto secamente, pero parece no haberse dado cuenta de mi tono.

Continúa hablando como si nada hubiera pasado.

Hombres.

¿Quién eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora