TRECE

465 92 6
                                    

1928-1929

María nació justo en el tiempo señalado. Era una niña hermosa.

Mónica había tenido mucho miedo ante el pensamiento de que hubiera complicaciones en el alumbramiento o que la pequeña no hubiera nacido bien por castigo divino, pero la tranquilizó el verla tan sana y bella desde el primer momento.

Cuando se hubo recuperado por completo después del parto fueron a registrar a la pequeña a la única iglesia donde no les habían prohibido la entrada. Un padre jesuita en un poblado vecino, que ya tenía cierta fama en la región, registró gozoso a la niña; en otra época también ofreció casar a los hermanos, tema que quedó solo en palabras por la intervención de Epifanio.

La registraron como hija suya, dándole el apellido de Alejandro, pero dejando constar que era hija de Jorge.

La verdad era que Mónica muy dentro de ella estaba arrepentida de las cosas que había hecho con su hermano. Se sentía mal consigo misma y más aún por Alejandro a quien había llegado a amar sinceramente. Aunque si Jorge hubiera estado con ella tal vez no pensaría así ni tendría esa clase de sentimientos, incluso ni se hubiera ido a confesar nunca. Pero ahora pensaba en su hija, no quería que sufriera lo mismo que ellos.

Le dolía el repudio de la gente y el rechazo de sus progenitores, nunca quiso dejar el pueblo aun a petición de Alejandro, quien le había propuesto empezar desde cero en algún otro lugar alejado de todo. Ella no quería dejar el lugar en el que había crecido, nunca en su vida había salido de ahí y estaba convencida de que algún día sus padres la perdonarían, que tal vez Jorge volvería y su hija podría quizá formar parte de la herencia y el legado de los Herrera.

Alejandro no se oponía a nada que Mónica quisiera, consideraba cada una de sus peticiones y se afanaba por complacerla siempre. Se consideraba el hombre más dichoso por poder tenerla con él y para él. Estaba enamorado de ella y esperaba que ella lo estuviera de él también.

Algunos meses después del nacimiento de María, Mónica accedió a ir a vivir a otra parte del pueblo. Se mudaron a una considerable distancia, lejos de todas las demás personas. Debían caminar mucho para llegar al centro, pero ella no salía casi nunca, no tenía necesidad ya que casi todas las cosas que necesitaban podían producirlas en casa.

Alejandro era el único que iba a diario a las inmediaciones del pueblo, continuaba trabajando con su padre y a parte tenía dos o tres pequeñas inversiones que los ayudaban a salir adelante. En su caso no era tan mal visto como Mónica, pero tampoco se le veía tan bien. Había quienes lo consideraban un gran hombre por estar al lado de Mónica y estarse condenando por ayudarla a ella y a la niña. Para otros era simplemente cómplice del diablo por darles esperanzas y ayudarlas a vivir. Aun así, todos agradecían infinitamente que se hubieran ido a vivir lejos, en los alrededores del pueblo.

Poco después de que María cumpliera un año Mónica recibió una carta de Jorge.

El correo no llegaba hasta su casa, las cartas y los telegramas le llegaban a Alejandro directamente al trabajo o a la casa de sus padres. Ese día, a primera hora, él encontró entre la correspondencia la carta.

A pesar de que el sobre decía que la carta iba dirigida para él, supo que no era del todo cierto, claramente el contenido de esta era exclusivamente para Mónica. Por lo que se tomó un tiempo en el trabajo para ir a casa y entregársela.

Cuando ella la tuvo entre sus manos no supo cómo sentirse. Había muchos sentimientos en su interior mas ninguno lograba consolidarse, sentía miedo, angustia, tristeza, amor, alegría y enojo. Todo al mismo tiempo.

Alejandro solamente le dio la carta, besó a María y regresó al trabajo para terminar la jornada.

Mónica se percató de que la carta estaba sellada, Alejandro se la había entregado íntegramente. Se lo agradeció de corazón, sin embargo, no se sentía con la fuerza para abrirla y leerla ella sola. Quizá por temor a lo que pudiera encontrar, quizá por respeto a su nueva vida con Alejandro; decidió esperar a que él regresara a casa, entonces la abrirían juntos y leerían el contenido.

¿Quién eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora