SESENTA

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Tiempo actual

Recostado mirando hacia el techo, no puedo dejar de pensar en la chica que acaba de venir. Se fue cuando llegó Mildred, quien ahora está parada al lado de la cama, sé que está diciendo algo pero no le presto atención.

Ana Galera. ¿Qué esperaba?, ¿que mi Ana llegara de la nada sin hacer un esfuerzo? Debo admitir que por un momento mi corazón tuvo esperanza pero es obvio que no será tan fácil encontrarla.

Su imagen no desaparece de mi mente, quizá porque llegó cuando más lo necesitaba (me sentía demasiado solo en verdad), o porque se me hizo familiar. Su voz era amable, aunque se escuchaba algo nerviosa, pude sentir una calma que me hizo recordar a... a mamá. Pero ¿qué estupideces dices Jorge?, es una total desconocida, obviamente buscaste un rasgo que te hiciera sentir cómodo y lo estás exagerando, ella no es tu Ana, le pertenece a alguien más.

Los ojos se me llenan de lágrimas al pensar en eso.

Mildred sigue gritando pero se ve cansada.

– ¿Estás bien? –Pregunta preocupada.

Asiento débilmente.

–Solo –sollozo–, agradezco que hayas venido a verme.

Se acerca y limpia mis mejillas.

–Siempre voy a estar para cuidarte y levantarte. Pero ya deja de lado el maldito teléfono, harás que te mate un día.

Se encamina al sillón y saca una revista. Ante la quietud y con la agradable compañía es inevitable quedarme dormido.

*

En ese momento de tensión recibo un mensaje de Ana, lo más extraño es que incluye una foto de Jorge dormido en la cama de un hospital. ¿Cómo rayos lo conoce? No sé cómo reaccionar, claramente se han encontrado antes, aunque no de la manera que esperábamos.

Además, acabo de decirle que no sabemos dónde está y ahora aparece esta foto. Le contesto un simple "gracias, Vanessa se está encargando de eso", lo ve pero no responde. Debo pensar cómo abordar el tema de nuevo más tarde.

¿Le habrán dicho en el hospital que el accidente que casi mata a la mitad de su familia lo ocasionó él?

Quizá podamos sacar ventaja de esta situación pero por el momento lo que nos importa es conocer el estado de salud de Jorge, ya que parece más grave de lo que creemos.

Camino con el corazón acelerado hasta donde está Vanessa, se ve bastante ajetreada pero esto no puede esperar.

–Pues, Ana ya conocía a Jorge.

– Pero... ¿Qué? –Casi deja caer los papeles que sostiene – ¿Qué estás diciendo?

–Lo que escuchas –respondo a la vez que le enseño el mensaje.

Me lo arrebata de las manos y hace zoom a la imagen.

–No puedo creerlo –susurra.

–Lo sé, ¿crees que en el hospital le hayan...?

–Mira que mal se ve –parece que su voz va a quebrarse–. No puedo esperar más, tengo que ir ahora mismo.

–Vane, Vane, calma –la conforto–. Yendo ahora o después no vas a arreglar nada, primero hay que dejar las cosas aquí listas, fueron las instrucciones de Jorge. Así no estarás preocupada por la empresa y podrás dedicarte solo a él.

Respira profundo y se limpia las lágrimas.

–Ya le avisé a Alberto, dijo que tomará un avión apenas pueda y que estará unos días con nosotros si lo considera necesario –se ve nerviosa–. Esto tiene que estar reluciente y marchando a la perfección. Jorge estará incapacitado, los reclamos y regaños serán solo para mi. Ay no, ya no quiero esto, definitivamente necesito unas vacaciones.

¿Quién eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora