VEINTISIETE

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– ¿Qué estás haciendo? –pregunta Vane curiosa mientras observa sobre mi hombro.

Contesto sin mirarla, concentrado en mi tarea.

–Pues, Daniel comentó en la cena que la chica con la que sale ha venido antes a ver el acervo...

–Sí, eso dijo –se sienta a mi lado y apoya el mentón en una mano.

–No nos quiere decir su nombre, así que lo intentaré averiguar. No han venido muchos jóvenes de su edad a visitarnos... y si lo reducimos a chicas. Son menos.

Vane suelta una carcajada.

–Si Daniel supiera todas las molestias que te tomas para molestarlo.

–Oye, me está sirviendo para distraerme.

–Ok, ok, no he dicho nada. Dame otro libro de registros, te ayudaré a filtrarlo –sonríe mientras pasa las páginas–. No puedo esperar a ver la cara que pondrá cuando le digamos el nombre de la chica.

Ambos reímos.

*

Estamos a mitad de un examen importante y siento que algo vibra en el bolsillo de mi pantalón.

Rayos, pienso, debí haber apagado el teléfono.

Tardé cerca de cuarenta minutos en terminar la prueba y durante todo ese tiempo el celular había estado vibrando constantemente. Miro de reojo cuando entrego las hojas ya resueltas y veo a Daniel totalmente concentrado en su examen, tendré que hablar con él después.

Salí rápido del salón para revisar el teléfono, podía ser algo importante.

Justo cuando lo tengo en mis manos recibe una llamada. Me sorprendo al ver el nombre que aparece en la pantalla, es Aracelly, la directora del Archivo del Diario.

–Hola –contesto gentilmente.

– ¡Ana! –contestó Aracelly, parecía bastante emocionada– Tienes que venir en cuanto puedas al Archivo, encontré algo que de seguro te va a interesar.

Hoy iba a pasar la tarde con con Daniel y su hermana, pero creo que entenderá cuando le explique la razón por la que no puedo quedarme. Después será, salgo corriendo apenas cuelgo el teléfono.

Como mencioné antes, el día de hoy iba a salir con Daniel, por lo que vine caminando a la escuela. Ahora para llegar al archivo tendré que tomar el transporte público, lo cual es la peor opción cuando tienes prisa como yo en estos momentos.

¿Qué habrá encontrado Aracelly?

Llego a la parada donde hay varios chicos, lo que me indica que ya llevan bastante rato esperando así que no debe pasar mucho tiempo para que el camión llegue.

No puedo dejar de pensar, juego con las monedas que ya he separado para pagar apenas suba al camión. Estoy ansiosa e inquieta, un poco distraída también, es como si en medio de todo el tumulto de alrededor me hallara sola.

¿Habrá encontrado algo sobre María y por qué se fue?

Sería una buena idea compartir con ella un poco de lo que he obtenido de mi propia investigación.

¿Quizá encontró más información de Jorge y su familia?

Jorge.

Es curioso que en medio de mi reflexión haya venido él a mi mente, no Jorge Herrera, sino Jorge de JAGG. Pero es mucho más curioso (y extraño) que justo en el momento en que me vino a la mente lo hubiera visto pasar en su lujoso Chrysler 300 del año (sí, sé un poco de autos) y doblara en dirección a la universidad.

O sea, en dirección al estacionamiento del campus. Además, ¿qué vendría a hacer en esta parte de la ciudad una persona como él? Quizá solo vino a estacionar su auto e irá después en otro auto a algún lugar u otra cosa extraña que hagan los ricos.

Y por estar fantaseando y armando teorías extrañas casi se me va el colectivo que debía tomar. Afortunadamente subo justo antes de que arranque y tomo asiento desparramándome.

Miro por la ventana distraída. Jorge ha llegado a parecerme familiar después de encontrármelo varias veces. Sinceramente me encantaría entablar una conversación con él, debe saber muchísimas cosas sobre historia y tal vez podría aportar buenas fuentes para mi investigación.

Tal vez me anime un día de estos y vaya a verlo a su oficina... ¡Qué va! Un tipo como él seguramente no tiene tiempos libres en la agenda, y mucho menos para atender a una chica como yo que está en busca de su familia. Sí, suena absurdo solo de pensarlo.

Aun así, le agradezco por su vasta colección de archivos y registros, ya me ha ayudado en la investigación de manera indirecta.

*

Vanessa y Daniel pasarían la tarde juntos, sin embargo, ella se ha atrasado un poco con algo en la oficina, ha insistido en que quiere terminar su trabajo hoy; así que me he ofrecido para recoger a Daniel y llevarlo a la oficina para que comamos algo. Igual tengo la misión de convencerlo para que traiga a esa chica que Vane se muere por conocer. Ojalá Dani no se ponga de pesado porque si no... ¡Ja! Seré yo el que sienta la furia de Vanessa.

–Ey, Dan, ¿cómo estamos? –le estrecho la mano fuerte pero cálidamente.

Se ve un poco sorprendido al verme.

–No te ofendas, pero para ser sincero, esperaba ver un rostro más angelical que el tuyo.

Entorno los ojos.

–Cierra la boca y súbete –se echa a reír, avienta su mochila al asiento trasero.

–Oh, espera, una cosa más –comento–, tu hermana me ha encargado encarecidamente que te suplique que lleves a tu chica.

Ahora es él quien entorna los ojos.

–Primero: no es mi chica y segundo: ella ha salido corriendo después de terminar su examen, me envió mensaje diciendo que luego me explicaría. Así que no sé dónde está, pero llevaba prisa.

Ch, ch, ch, eso puede ser grave men, llámala cuando puedas, si no se te puede ir.

–Cállate y vámonos, tengo hambre.

–Ok, ok, calma hombre –le aprieto el hombro–. Debes ser más relajado, te vas a morir pronto si te sigues estresando y enojando por todo.

–Sí, claro, gracias por tu consejo.

Mala suerte, también me hubiera gustado conocer a esa chica que le ha hecho tanto bien a Dani los últimos meses. Tengo la ligera sospecha de que también me agradará, la familia Garnica es un poco extraña y los que los entendemos aún más.

Ambos nos quedamos callados.

Después de unos minutos solo digo una palabra.

– ¿Carolina?

Daniel me mira extrañado.

– ¿Qué? –pregunta con el ceño fruncido.

–Nada –me encojo de hombros, voy manejando sin mirarlo–, ¿adiviné?

–Oh, ¿es enserio? –reprocha–, ¿estás tratando de averiguar el nombre de mi chica?

– ¡Punto para mí!, acabas de admitir que es tu chica.

Me mira como si quisiera matarme, se pone los audífonos y cierra los ojos.

¿Quién eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora