CINCUENTA

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Tiempo actual

Las últimas semanas el joven empresario ha notado que sus trajes sastres ya no le entran tan fácilmente, por lo cual se ha empeñado en ser más disciplinado en cuanto al ejercicio y me ha arrastrado con él. No me quejo, la pasamos bien haciendo ejercicio juntos.

Hoy él está en las máquinas intentando inútilmente levantar más peso que la semana pasada. Me divierto mirándolo, es lo único que me entretiene durante mi rutina ya que he olvidado el celular en el auto y me da pereza ir a buscarlo. Aumento la velocidad de la caminadora cuando él voltea en mi dirección, nos sonreímos.

Terminamos la rutina, hacemos algunos estiramientos y mientras él se detiene a hablar con unos amigos me adelanto para darme un baño. Cuando salgo de los vestidores veo que él apenas entrará a cambiarse.

– ¿Me esperas o me ducho en casa? –pregunta.

–Báñate y vamos después al cine, ¿te parece?

–Excelente, revisa la cartelera.

–De acuerdo, te amo –me acerco a él para darle un beso.

–Te amo más.

Camino hacia el auto con una sonrisa de niña enamorada, acomodo las cosas en la cajuela y luego busco mi teléfono.

Oh cielos, tengo casi veinte llamadas perdidas de Dani. Espero que se encuentre bien. Le marco de regreso lo más rápido que puedo, las manos me tiemblan.

Contesta al primer timbrazo.

– ¡Vanessa! Necesito hablar contigo –su premura es evidente.

–Oye, ¿está todo bien? Tengo mil llamadas perdidas tuyas y...

–La encontré, Vanessa.

Guardo silencio, contengo la respiración por un momento.

– ¿Qué encontraste?, Daniel.

–No qué, sino a quién –silencio de su parte–. Encontré a Ana.

Cierro los ojos y aprieto la mandíbula, si es una broma lo mataré.

–No es gracioso que juegues con esa clase de cosas, sabes bien que...

–Tengo pruebas de que es ella.

Callo de nuevo. No puede ser, no puede ser. ¿Será verdad? ¿Cómo la encontró? ¿De dónde sacó las pruebas? ¿Cómo le digo a Jorge?

–Vane, ¿sigues ahí?

Doy un respingo.

–Eh... sí, sí. Aquí estoy... Dame un momento. No hagas nada.

–No te preocupes hermana, no tengo idea de qué hacer, por eso estoy hablando contigo.

–Ok, necesito verte. ¿Dónde estás? Paso por ti en un segundo.

–Estoy camino a casa, ¿te veo ahí?

–Sí, sí, perfecto. Le diré a mamá que necesito ayuda con algo del trabajo. Le pediré a Mildred que distraiga a Jorge en la oficina por un rato. Nos vemos.

–De acuerdo, ven con cuidado, por favor.

–Sí, descuida.

Ambos colgamos. El corazón me late más a prisa que al hacer cardio. ¿Será posible? ¿Llegó el momento?

Le marco a Mildred deprisa y le miento diciendo que quiero darle una sorpresa a Jorge, que necesito que lo distraigan. Justo cuando estoy colgando el teléfono él sube al auto.

¿Quién eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora