Tiempo actual
Con el paso de los días y la convivencia, Daniel y yo hemos llegado a conocernos mejor. Ya sea por tareas, proyectos o por diversión, nos hemos vuelto más unidos.
Algunos días después de clases nos quedamos en la biblioteca a hacer tarea o a pasar el rato. A veces Jarom, Allison o algún otro compañero también nos acompaña. Mayormente somos solo nosotros dos.
Casi siempre nos acompañamos a casa después de la escuela, caminamos juntos casi hasta la mitad del camino y luego cada quien toma su respectiva calle.
Hoy será un poco diferente, ya que he invitado a cenar a Dani, no fue una invitación tan directa, sino que hicimos equipo en varias materias y necesitamos investigar sobre ciertas cosas... podría decirse que es una reunión meramente escolar.
–Gracias por invitarme esta tarde, Ana –dice mientras caminamos a mi casa.
–Je, je –contesto nerviosa–, no es nada, estaremos más cómodos investigando en casa que en la biblioteca de la escuela.
Daniel ríe también. Es cierto que con los trillizos no tendremos tanta tranquilidad, al menos nadie estará callándonos cuando nos riamos como focas retrasadas en la biblioteca. Todo es culpa de él, siempre me hace reír.
–En eso tienes razón, con los gritos de tus hermanitos nadie notará tu estridente risa.
Le pego con el puño en el brazo y le saco la lengua, él se encoge de hombros y seguimos caminando tranquilos.
Se ha hecho un silencio después de la última escena, pero no es incómodo, al contrario, es como un silencio que habla; me siento sumamente cómoda y feliz. Me hace desear que el camino sea más largo.
Mi hermosa reflexión se interrumpe cuando nos empezamos a acercar a la casa, escucho los gritos de los trillizos. Parece ser que están jugando a la guerra pues hacen como que disparan y que explotan cosas.
–Antes de conocer a tus hermanitos no estaba muy de acuerdo en que los padres dejaran a sus hijos jugando con videojuegos todo el día. Ahora después de conocerlos... ¿No crees que sería mejor darle una tablet a cada uno y dejarlos andar? –ríe de su propio comentario.
–Créeme cuando te digo que se ponen peor –contesto totalmente convencida.
Deja de reírse y me mira serio.
–Oh, cielos, no quiero saber qué es peor que esto.
Llegamos a casa, atravesamos las trincheras para llegar a la puerta.
–Ana, ¡no! –me grita Hugo.
– ¿Qué pasa? –le digo deteniéndome.
–No des un paso más o morirás explotada –dice abriendo los brazos y haciendo un ¡pum!–. Estás pisando una granada.
Entorno los ojos.
–No seas tonto, Hugo –lo corrige Gabriel–, no está pisando una granada está pisando una mina.
Daniel empieza a reír y entramos a la casa.
– ¿Cuántos años dices que tienen tus hermanitos?
–Ja, ja –río con sarcasmo–, qué gracioso.
*
Abril 1943
Desde el momento en que aprendió a escribir, María no dejó de enviar cartas a sus padres. Ya no recordaba cuántas había escrito en esos años, sin embargo sí sabía cuántas habían recibido respuesta: Ninguna.
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¿Quién eres?
Non-FictionEsta historia narra la vida de muchas personas, pero a la vez cuenta la historia de una sola. Decidida, Ana empieza una inocente búsqueda de sus antepasados, sin embargo, en el camino descubrirá historias asombrosas, acontecimientos tristes, cosas...