El Alpha es Mío

C A P Í T U L O 29: D E L R E V É S

—Voy a matarlo lentamente —gruñó Asher antes de levantarse—. ¿Quiere que seas de él? ¡Eres MÍA! ¡Nadie te volverá a tocar! Joder.

—Asher, cálmate. Primero, no merece la pena ponerse de esa manera cuando no estoy con Jeff, estoy contigo. Segundo, no soy de nadie y yo decido si alguien me toca o no.

Asher me miró con fuego en la mirada. Sus hermosos ojos verdes rugían desde dentro. Levantó la mano y me señaló con el dedo.

—Desde que estamos juntos y te recuerdo que tú fuiste la que tomaste la decisión, nadie te pondrá un dedo encima, ¿entendido?

—¡Por Dios, eres como un hombre de la caverna!

Asher se encogió de hombros.

—Se podría decir eso. No entiendes lo que supone para un lobo encontrar a su hembra. Y sí, suena completamente primitivo, pero es lo que hay.

—¡Estás loco! Jodido imbéc-

Asher se acercó a una velocidad supersónica y en menos de un segundo ambas de sus manos estaban tocando mi cara con delicadeza.

—Sí, estoy loco por ti. Si eso me hace un jodido imbécil, adelante. Tú tomas las decisiones que quieras en tu vida, Cami. Pero no vas a tocar a nadie más hasta decírmelo antes. Si me engañas tendré que matar a alguien y probablemente se me rompa el corazón.

Tomé sus manos entre las mías y les planté un beso en cada una.

—Eres mi loco hombre lobo. ¿Crees que quiero engañarte con alguien? No, Asher. Yo nunca haría eso y menos con Jeff. Aunque eso sí —le advertí con el dedo mientras hablaba y alcé un poco más la cabeza—, yo hago lo que quiero con mi vida. Tú no me mandas, ¿entendido?

Asher asintió y acercó sus labios a los míos.

—Entendido, guerrera.

Y me dio el más dulce de los besos como si tuviese miedo de que me rompiese. Como si me fuera a deslizar de sus dedos y desaparecer. Estaba aterrorizado de que decidiese no estar a su lado. Probablemente le haría un daño atroz.

Cuando nos separamos, pasé un dedo por sus cejas y su barba. Intentaba, de algún modo, consolarlo y decirle que estaba aquí para él.

—Me tienes, cariño. Si hay una cosa segura de toda esta situación de mierda, somos nosotros. —Hice una pausa—. Aunque nos peleemos, creo que eso le da algo de acción a nuestra complicada relación.

Asher cerró los ojos disfrutando del momento.

—Estoy aterrorizado, Cami.

Me acercé y le di un pequeño beso en la frente.

—Y yo cariño y yo. Ahora, deja todo eso a un lado porque no sirve para nada y llévame al hospital.

Asher abrió los ojos y sonrió de forma perezosa.

—Sí, señora. Voy a recoger a tu hermano. Tú mientras tanto, ve encendiendo mi coche. Aquí— me tendió las llaves—. Pero conduzco yo. No quiero que a mi coche le pase nada.

—¡Oye! —exclamé fingiendo estar molesta—. Yo conduzco muy bien, gracias. ¿Y cuándo se supone que me has visto a mi conducir?

Levantó una ceja. Le encantaba meterse conmigo y que yo reaccionara de manera exagerada.

—Nena, el coche de tu madre no dice lo mismo. Ni siquiera te gusta conducir, coges el autobús para evitar coger el coche.

Le saqué la lengua. Me había pillado.