C A P Í T U L O 11:L U C H A D O R A P R O F E S I O N A L

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—Yo no voy a saltar eso.— Negué con la cabeza señalando la valla de metro y medio que tenía delante de mí.

Era mi primer día de entrenamiento. Asher me vino a buscar con su coche y me llevó hacia una zona de campo más aislada, para que nadie nos viese. Después, él se había ido a no se donde y me había dejado allí tirada, sola. Menos mal que estaba con Alex.

Tengo que decir que el entrenamiento no había empezado del todo bien, pues no me sentía segura. Todos a mi alrededor eran altos, con una gran físico. Mientras que yo, tenía un cuerpo curvilíneo pero para nada atlético. Lo máximo que hacía era correr en algunas ocasiones, pero muy pocas. Y qué decir de mi altura de metro sesenta.

Eché un vistazo detrás de mí y vi cómo los demás me observaban a mí disimuladamente y se reían. Para ellos esa situación era totalmente graciosa y novedosa. Era como una atracción turística. Más bien un payaso, aunque nadie me dijo nada. 

—Si no lo intentas, no sabrás si puedes hacerlo, Cami.— Dijo Alex, a un lado de la valla. Se supone que él era mi entrenador y estaba allí para "ayudarme". Se suponía.

Me crucé de brazos resentida.

—Vamos a ver Alex. Mido un metro sesenta y esa cosa mide casi lo mismo que yo. ¿Cómo quieres que haga eso?

Alex se encongió de hombros.

—Sabía que no lo ibas a hacer. Se lo dije a Asher, pero él tenía más fe en ti. Ibas a clases de baile en algún punto de tu vida. De algo te tiene que servir, digo yo.

Me estaba empezando a cabrear. Alex intentaba hacerme sentir mal y yo ya estaba lo suficientemente avergonzada como para ello. 

—En baile hacía acrobacias. No esto.— Contesté exasperada.

—Déjalo. A este paso Asher se va a dar cuenta de lo poco que vales y la mierda que eres y eso será mejor para mí.— Dijo Carla acercándose hasta donde yo me encontraba.

La última vez que la había visto estaba al otro lado del campo. Estaba ejercitándose con un circuito de distintos materiales deportivos. Ella era totalmente atlética y estaba en buena forma. Todos los hombres de la manada la miraban con deseo. Como dije anteriormente, me sentía inferior a los demás de lejos. Le eché la mirada más envenenada que pude.

—Nadie ha preguntado por tu opinión, Carla. Si no quiere hacerlo, no lo va a hacer y punto.— Respondió Alex.

Ella lo miró enarcando una ceja.

—Vaya entrenador de mierda que eres, así ella no se va a esforzar y no va a avanzar.

—¿Me estás poniendo en duda? Avanzará más despacio, pero lo hará. Miguitas de pan Carla, miguitas de pan.

Ella negó la cabeza de lado a lado.

—Ella no estará preparada para la batalla con esa lentitud.

—Ella es una humana.

Fruncí el ceño ante lo que dijo Alex, creía que él tendría mucha más fe en mí.

—Hola, estoy aquí. Os estoy escuchando, ¿sabéis?

Ambos me ignoraron totalmente.

Carla cogió su teléfono y llamó a alguien. Lo único que entendí fue:

—Hola. Sí. Tu primo es demasiado débil. Está bien. Adiós.

Carla colgó el teléfono y apartó a Alex de su sitio.

—Quítate. Ahora su entrenadora soy yo. Vete a hacer tus mierdas.— Le dijo a Alex, empujándolo hacia el otro lado del campo.

Él no estaba para nada contento, pero no dijo nada y se fue.

El Alpha es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora