C A P Í T U L O 24: F A N C Y

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Me desperté gracias a la radiante luz que entraba por los ventanales de la habitación. Quise levantarme, pero un enorme brazo envolviéndome no me lo permitió. Asher y yo estaba acurrucados en cucharilla. La noche anterior fue rememorable, ambos habíamos disfrutado de una espléndida cena y habíamos dormido plácidamente.

—Espero que no quieras que me levante. — Respondió Asher con los ojos cerrados y una sonrisa angelical.

Suspiré y empecé a apartar su brazo de encima de mí, pero me lo impidió.

—Pues si me lo preguntas, estaría bastante bien. Quiero desayunar. Me estoy muriendo de hambre. — Dije con un puchero.

Él abrió un ojo somnoliento.

—Yo también tengo hambre, aunque de otras cosas.

No pude evitar ruborizarme.

Eres estúpida, Camila. Por Dios, el hombre ya te ha visto desnuda. O mejor dicho, el lobo ya te ha visto desnuda caperucita.

—No puedo creerme que la gran Camila siga ruborizándose delante de mí.

Le pegué un manotazo en el brazo.

—Oh, cállate o me voy a poner de mal humor. Y eso, no te conviene. Te lo garantizo.

—Vale, vale. Te dejo ir, pero antes...

Me atrajo hacia él dándome un beso feroz en los labios. Madre mía, me iba a matar uno de esos días. Los dos nos estábamos sin respiración cuando nos separamos.

—Buenos días, nena.

—Buenos días a ti también, Asher.

Ambos nos levantamos de la cama. Me acerqué al gran ventanal que daba a la terraza. El lago era precioso, con agua cristalina y un montón de actividades que hacer. Decidida, me giré.

—Ya que nos quedamos solo hasta después de comer, quiero disfrutar del lago toda la mañana.

—Sí, señora. Lo que usted quiera.

Desayunamos rápidamente en la habitación y me metí un bikini que dejaba poco a la imaginación. Quiero decir, me lo compré varios años atrás y se me quedó un pelín pequeño. Pero a mí me gusta. A Asher no tanto.

—Creo que voy a matar a más de uno.

Me crucé de brazos.

—No me voy a cambiar, si eso es lo que estás sugiriendo, tú bastardo engreído.

Asher soltó una sonrisita.

—Nunca te diría lo que tienes o no que llevar Cami. Si a ti te gusta, está bien para mí. Eres una mujer que toma sus decisiones e independiente. Esa es la razón por la que me gustas.

Joder, es que cuando quería hablaba malditamente bien.

Me acerqué lentamente a él y envolví mis brazos alrededor de su cuello.

—¿Ah sí? ¿Es la única razón por la que te gusto?

Acercó sus labios a los míos hasta estar rozándonos.

—No, nena. Esa no es la única razón por la que me gustas. Hay millones, pero si te las digo todas podrías no bajarte nunca de tu arrogancia y eso no es lo que queremos.

—¿Quién ha dicho que tengo arrogancia?

Me besó, pero esa vez era un beso lento donde podía sentir el amor emanar de él. Estaba feliz.

Bajamos de la mano hasta el lago, donde había un montón de gente haciendo deporte en el agua. Otros tantos estaban tumbados a la orilla del lago.

El Alpha es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora