C A P Í T U L O 27: ¿ G U E R R A ? E S T O Y L I S T A

2.3K 136 19
                                    

Nota importante abajo

Tras comprobar que mi hermano dormía profundamente, me fui a mi cuarto y lloré desconsoladamente durante un buen rato. Pensar en todo lo que me esperaba en cuanto apareciese el sol no era ningún consuelo. Pensar en mi padre estando en el hospital por mi culpa no era ningún consuelo. Pensar en mi madre desconsolada tampoco era ningún consuelo y no era, para nada, un consuelo pensar en Asher. En la manera en que lo traté y todo lo que había hecho por mí.

Estuve dando vueltas por demasiado tiempo. Conseguí dormir a penas dos horas hasta que a las siete bajé a la cocina para comer mi desayuno. Decidí escribirle a mamá mientras me comía un par de tostadas (que a penas me entraban).

—¿Cómo está papá?

Mi madre tardó unos dos minutos en responder.

—¡Hola, cariño! Han dado un chequeo a las seis. Me han dicho que está evolucionando favorablemente.

Suspiré. Alivio inundaba mis venas.

—¡Qué bien, mamá! Te lo dije; papá es un luchador, puede con esto y con mucho más.

—Lo sé, cariño. Lo sé. ¿Cómo está mi bebé?

Di un bocado de pan tostado antes de contestar.

—Cuando llegué ayer está dormido como un tronco. No lo desperté porque pensé en que no sería necesario.

—Has hecho bien. Escucha, te tengo que dejar. Una enfermera acaba de salir de la habitación y voy a acosarla para que me de información. Te quiero.

—Yo también te quiero.

Me dirigí a arriba y empecé a vestirme con unos leggins, una camiseta deportiva y unas deportivas. Al fin y al cabo, podría tener que correr.

—Buenos días, Cami. —Dijo mi hermano detrás de mí. Me giré y allí estaba frotándose los ojos como si levantarse fuese algo tan difícil de hacer.

—Buenos días, my little boy. —Respondí, intentando sonar más alegre de lo que realmente estaba.

—No soy un niño pequeño. Te lo he dicho cientos de veces. —Me reprochó señalándome con el dedo.

Levanté las manos en señal de redición.

—Está bien, está bien. Lo siento, hermano.

Se acercó un poco más a mí.

—¿Cómo está papá? ¿Ha pasado algo más? Yo no quiero que papi se muera. Papi es muy importante para mí. —Exclamó al mismo tiempo que se le empezaban a caer lágrimas de los ojos. —Yo tenía que morir antes que papá, eso es lo que dijeron los médicos.

Ahora era yo la que lloraba como una bebé. Me acerqué a él y me agaché dándole un abrazo tan apretado que estaba segura de estar medio ahogándolo.

—No digas eso nunca más. Nunca más. ¿Me escuchas? Tú vas a vivir hasta que los dos seamos viejecitos y te rías de que esté tan ciega que no pueda ver.

Lo separé un poco de mí para que nuestras miradas se encontraran.

—¿Me has entendido?

Él asintió y se limpió una lágrima.

»Papá está mejorando. Hace un rato he hablado con mamá y dice que los médicos le han dicho que está muy bien.

—Entonces papá es igual que yo, resiste hasta cuando hay pocas esperanzas. —Replicó levantando el brazo para demostrar su fuerza.

El Alpha es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora