C A P Í T U L O 30: U N C I G A R R O E S L O D E M E N O S

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Ese día fue una auténtica basura. Después de que mi hermano viese a mi padre en la cama del hospital y se pusiese a llorar, obligué a mi madre a que se fuese a casa con su bebé. Necesitaba a su madre. Mientras tanto, yo me quedé con mi padre que a penas abría los ojos y mucho menos hablaba.

Asher acompañó a mi madre y a mi hermano a casa, pero lo que me sorprendieron fueron sus palabras:

—Alguien de la manada vendrá enseguida, a partir de hoy estarás siempre con alguien de los nuestros.

—¿Y si no quiero que siempre esté alguien de los vuestros conmigo? Estoy en un hospital, no me pasará nada.

Asher negó con la cabeza y se encogió de hombros.

—No hay discusión en esto, Cami.

Y así había sido todo el día. ¿Adivinad quién era mi designada? Carla.

Salí de la habitación en la que se encontraba mi padre y me acerqué a ella. Era sofocante estar sola en esa habitación, mirando a una de las personas que más quieres en tu vida y pensar que toda esa situación era por mi culpa.

—Hola —murmuré una vez que estaba a su lado. Me quedé mirando a mi padre desde fuera a través de la ventana.

Supongo que Carla vio mi estado y lo hecha polvo que estaba porque me salió con un:

—Te ves como la mierda.

—Lo sé.

Tras un minuto de silencio, volvió a hablar:

—No es tu culpa, ¿sabes? No sabías en lo que ibas a entrar y mucho menos ibas a saber cómo es Jeff.

—Eso no quita que todo este lío venga a raíz de mi unión con Asher. —Me quedé calla por un momento—. Creo que lo que voy a decir está mal, pero a veces desearía no haber conocido nunca a Asher.

Sentí cómo Carla se daba la vuelta para enfrentarme.

—Lo entiendo.

—¿En serio?

—Sí, tu mundo y el mío son muy distintos. No estabas preparada para nada de esto. Entiendo que en estos momentos te venga grande.

Miré hacia abajo y tiré un poco del puño de la camiseta, inquieta ante sus palabras.

—¿Te vienes a fumar un cigarro fuera?

Negué con la cabeza, echándole un vistazo por el rabillo del ojo.

—Yo no fumo, eso mata a las personas y no quiero tener una razón más para morir.

—¿Nunca has escuchado eso de que vamos a morir de todas formas? Es mejor elegir cómo morir que morir a secas.

No puede evitar resoplar.

—Si tu lo dices —respondí.

Carla me agarró del brazo con suavidad y señaló con la cabeza la dirección de la entrada.

—Te vendrá bien tomar el aire, no tienes por qué fumar; tan solo tienes que dejar de mirar al mismo punto al que llevas mirando desde hace dos horas.

Solté un suspiro de resignación.

—Está bien.

Carla hizo un gesto como de sonrisa, pero más bien parecía una mueca. Eché un último vistazo a mi padre y seguí a Carla hacia la entrada. Nada más salir, el aire fresco medio de frente en la cara y por fin pude respirar con normalidad.

—Sé que te sientes mejor ahora que has salido —afirmó Carla a la misma vez que se colocaba un cigarro en la boca.

—¿Eso no está prohibido?

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⏰ Última actualización: May 21, 2022 ⏰

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