Capítulo 20: Respiración

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No era el mejor momento de mi vida, de hecho, podría decir que era una de los peores. Sentir el filo de la garra de un lobo en mi garganta no era la forma de morir en la que esperaba. Puede sonar raro, pero yo ya había pensado la forma en la que moriría, con un pijama acostada en mi cama a los noventa años.

Sentí la respiración del lobo justo detrás de mi oreja. Olía como... ¿pescado?

Ughh, al menos se podría lavar los malditos dientes. ¿Qué les pasaba a los hombres lobo de aquella manada y el aliento?

Todo el mundo se quedó quieto, ni una sola respiración se podía escuchar en aquel espacio tan grande.

—¿Qué tenemos aquí? Con que eres la mate de Asher. — Soltó una risa baja. — Jeff va a estar la mar de contento, podría nombrarme vicepresidente por esto.

Sentí como el corazón mi iba a mil, el pecho se me saldría en cualquier momento. Miré a mi alrededor intentando encontrar ayuda de aquellas mujeres, las cuales había sacrificado todo y arriesgado esto. Pero nada, solo miradas vacías me recibieron. Caras de póker, ni una de ellas mostraba expresividad ninguna. Era como si no estuviesen en este mundo, incluso la rechoncheta.

—Ah, ¿sí? Espero que sepas que no va a servir de nada atraparme guapetón. No les valgo una mierda, o sea que, estás perdiendo tu maldito tiempo. Ahora espero que me sueltes. — Le repliqué con voz animada. Tenía que demostrar que toda aquella situación en realidad no me importaba una mierda. Cosa que está muy alejada de la realidad.

Él se rió y el tufo de su aliento volvió a mí. Me estaban entrando náuseas. Intenté que la rechoncheta respondiera, pero no levantaba la mirada de la nada.

Joderr.

—Esos cuentos de mierda no te valen conmigo, humana. Ya te lo dijo Jeff, no tengo la intención de matarte en este momento.

Me quedé estática.

—¿Entonces qué quieres?

Pude sentir como se le dibujaba una sonrisa en la cara. Empezaron a recorrerme escalofríos por todo el cuerpo. Creo que no me iba a gustar la respuesta.

—Tu utilizaremos de puta, igual que todas ellas. — Dijo indicando la cabeza hacia su dirección. — Como lo que sois.

Tragué.

—Pero ¿no te da vergüenza? Ellas también son hombres lobo, son fuertes, inteligentes y astutas. Se merecen mucho más de como las tratáis. Además, os dan vuestros hijos.

No dijo nada por unos momentos.

—Cállate de una puta vez o te hago una raja en la garganta que hará que te desangres en menos de cinco minutos.

» Ellas no son nada. Son una paria social, solo sirven para meter la polla cuando queramos. Hablando de eso, te ves muy. — Me olisqueó antes de continuar.— Deliciosa.

Miré fijamente al frente, no me iba a dejar intimidar por nada ni por nadie.

—Así que, ¿lo único que pretendes es utilizarme a tu antojo? — Solté una carcajada un poco dejada.— Si crees que eso me va a hacer sentirme mal, lo llevas claro chaval.

Vale, tenía dos opciones. O escarparme de ese lugar o pegar un grito para que me escuchasen. La segunda opción tenía el peligro de terminar herida como el demonio e incluso muerta. Decidí inclinarme hacia la primera opción. Sí, eso haría.

El lobo, déjenme decirles que era asquerosamente viejo, me giró hasta estar cara contra cara.

—No, eso no va a hacerte sentir mal. Pero, ¿Qué tal cuando te folle aquí delante de todas?

El Alpha es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora