C A P Í T U L O 2 : N U E V O S A M I G O S

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El miércoles fue horrible, bueno, la semana en general. A tan solo un mes de los exámenes finales los profesores parecían más estresados con las tareas, proyectos y trabajos. Incluso mis compañeros estaban agobiados. Asher vino el miércoles a dar clase. Me miró en varias ocasiones, pero yo me aseguré de estar callada y de anotar apuntes en mi cuaderno. Al finalizar la clase estaba como ¿frustrado? No sé, a lo mejor era imaginación mía.

—Erick no puedes ver ese programa y cómete las judías de una vez.— Le repetí por enésima vez.

No era el viernes universitario que todo el mundo imaginaba. Ese fin de semana tenía que quedarme con mi hermano de nuevo. Ya me había acostumbrado a la comodidad de mi casa, así que no me quejaba para nada. Jack quería salir pero le dije que en otra ocasión.

—Yo me como las judías, si vamos a jugar a los robots en el jardín.

A pesar de la falta de pelo y de la extrema delgadez, mi hermano tenía vida. Podía ver su ilusión y simpatía en aquellos hermosos ojos marrones y en esa sonrisa que te alegraba cualquier penoso día.

—Trato. — Le contesté recogiendo la mesa.

Tardó unos buenos veinte minutos en terminarse toda la comida.

—Listo.— Dijo corriendo escaleras arriba.

—¡Yo quiero a Rosita!

Rosita era el robot de color rosa.

—¡Vale! —Gritó entusiasmado.

Terminé de fregar los platos a la vez que mi hermano bajaba precipitadamente las escaleras con dos juguetes en las manos.

—Yo he cogido a Roca y tu te quedas con Rosita.

—Perfecto.— Le respondí sonriente y le dí un beso en la mejilla.

Ambos salimos hacia el patio delantero y empezamos a jugar. Nos pasamos, al menos, una hora allí tranquilamente hasta que empezaron a llegar varios coches a la calle. Era bastante extraño puesto que en mi barrio vivían muy pocas personas al estar en las afueras de la ciudad. La gente prefería vivir en el centro. A mí me gustaba más la intimidad que la comodidad.

—¿Qué pasa Cami?

—No lo sé.— Le contesté honestamente mirando todo.

Había gente saliendo de los coches enfrente de mi casa, incluso a la casa de la izquierda que colindaba con la nuestra. Era gente....¿hermosa? No sabía cómo describirlos pero todos tenían unos preciosos rasgos marcados, junto con piel morena, constitución fuerte y pelo castaño.

Salían y entraban de las casas llevando cosas. Se estaban mudando. Sin embargo, tenía la extraña sensación de que me observaban como si estuviesen pendientes de mí. En cualquier ocasión los pillaba mirándome pero apartaban la mirada al momento.

—¿Son nuevos vecinos?

—Eso creo.

Un hombre y una mujer de mediana edad fueron los primeros en acercarse a nosotros con caras amigables.

—¡Hola! ¿qué tal? Queremos presentarnos. Somos la familia Clark. Es un placer conoceros, Camila y Erick.

—Encantados, nosotr.... espera, ¿cómo sabes nuestros nombres?

Ambos empezaron a reírse por lo bajito. Yo no podía comprender nada.

Hablamos con tus padres hace unos días, cuando vinimos a echar un vistazo a las casas y nos hablaron sobre vosotros.

Aaaaah, todo tenía sentido ahora.

—¿Todos sois familia?

—Sí, todos somos una gran familia Camila.— Dijo medio seria.— Por cierto, yo soy Rose y este es mi marido, Chris.

El Alpha es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora