Capitulo 65

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Gabriel

Vale me da mil explicaciones de por qué permitió que Esteban la besara, llora y sus manitas tiemblan, pero yo solo la observo.

Como poder decirle que, estuvo mal, que no me ama, que me engaña y todas esas cosas?

Como es estar enojado con ella por algo así?

No, no puedo, por qué yo con ella solo estoy agradecido. Ella me enseñó a tantas cosas, a amar sin condición, a superar los miedos, a ser una persona sincera no Dios, ella!

Estaban merecía un beso de Valentina? Tal ves sí, tal vez no, pero eso sucedió y no lo puedo cambiar y no lo quiero hacer.
Por qué Valentina, lo es todo. Ese beso que ella le dió es Valentina, esas palabras que unas vez me dedicó por llegar tarde eso es Valentina.

Cuando la distancia nos separaba, yo le rogaba al cielo que ella no encontrara a otra persona, que solo me amara a mí, pero solo tenía bolsas llenas de soledad y un alma frágil y ella no sé lo merecía.

-Shhh. Me acerco a ella y le digo. -Te creo. Le digo en un susurro...

Ella me mira con sus ojitos místicos, pero rojos y tristes, siente que ha fallado, pero jamás lo ah hecho, ni hoy ni ayer.
-Perdoname Gabriel.
La tengo frente a frente, sus lágrimas ruedan, su maquillaje está corrido..
-Nena, no me pidas perdón, yo no tengo nada que perdonar.

-Sabes que te amo y creo en tí.

Sonríe y me abraza. Nos amamos, en realidad nos amamos, así como solo, ella tan Valentina y yo tan Gabriel.

Valentina

En realidad éste hombre con sus ojos negros me ama y lo amo, en toda su metamorfosis. Cuando renegaba de sus sentimientos,.cuando sus celos lo invadía, cuando buscaba una estabilidad. Y es mío y yo lo encontré y el me encontró.

Y los dos avanzamos, crecimos, madurámos o como lo quieran llamar, juntos o a distancia...

Y es ahí, cuando te das cuenta que no quieres estar lejos de el. Que el universo, Dios o lo que sea fabricó ese combustible que te mueve, que te pone en marcha y que lo necesitas para avanzar llamado Gabriel.

-Se mi esposa Valentina Pintor..Me dice así sin más. Sin rosas, ni anillo.
-Si. Le contesto sin dudarlo, sin pensarlo.

Mi sacerdote GrabielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora