V E I N T I S É I S

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-Todavía no tenemos rastro alguno de Tae Il y el otro hechicero

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-Todavía no tenemos rastro alguno de Tae Il y el otro hechicero. Las zonas aledañas ya fueron inspeccionadas y ningún miembro de la comunidad logró ver algo fuera de lo común. Esto va más allá de lo que nuestros hombres pueden hacer Emperador Jung.

-Lo sé.

El samurái hizo una mueca y tragó saliva impaciente.

-Señor, ¿qué tan seguro está el templo hospedando aberrantes criaturas y enemigos extranjeros?

-No lo sé -Jae Hyun soltó despreocupado, Young Ho, quien le hablaba a pocos metros, levantó su ceja izquierda de forma extraña. La persona la cual servía ciegamente no parecía mostrarle la atención que quería o, mejor dich, requería el asunto. El esbelto hombre de piel canela, largas piernas y cabello largo intentó hallar gracia, poca o mucha, delante del mayor aclarando su garganta. Solo de esa forma pudo despertar a Jung de su sueño de fantasía-. Hice un trato con Wong. ¿Acaso no recuerdas cuando te dije que dentro del fuerte cuerpo de ese hombre había un alma de un niño encerrado? Él obtuvo gracias a eso lo que tanto ansiaba y no me refiero a poder; sino amor Young Ho -Mostró el colgante violáceo que traía bajo su fino ropaje sabiendo que merecía una explicación de su hijo sobre cómo terminó aquel recuerdo de Dong Young en las manos de ese muchacho rubio que tenía, aunque al parecer no era del todo así, eso no importaba, un parentesco con su onmyōyi Yuta-. Wong sabe que mantiene una deuda conmigo, le permitiré marcharse en búsqueda de aquellos brujos causantes de nuestro reciente malestar mientras Yuta intenta encontrar a Ji Sung encendiendo incienso e invocando a los dioses más benévolos de la naturaleza que quizás sea nuestra mayor aliada.

-¿Por qué se ha vuelto tan misericordioso señor?

-Eso era lo que Dong Young siempre quiso, ¿verdad? No puedo defraudarlo ahora que ha vuelto Young Ho.

El samurái rodeó los ojos sin que el otro pudiera verlo. Él no confiaba en ninguno de aquellos trucos que Yuta podía ofrecer, tampoco en la buena predisposición de Ten y mucho menos en el pacto de paz con Yuk Hei Wong. Lamentablemente, según su parecer, el gran Emperador Jung podía dejarse envolver por cualquier orador de palabras dulces y convincentes.
Recordó, vagamente, las conversaciones que tenía con Tae Il sobre el manejo de Jae Hyun sobre sus propias tierras que había heredado con honor de sus antepasados. El onmyōyi nunca atentó contra la capacidad guerrera de quien era su señor, ni tampoco sobre la benevolencia que llegaba a tener con la comunidad. Jung lograba preocuparse siempre por todos los pertenecientes con cálido y sincero corazón, pero eso era quizás lo que más consecuencias le traía. "Cuando te arrepientes de algo que has hecho e intentas arreglarlo es ahí cuando más te equivocas" decía Tae Il justificando los duros momentos de Jae Hyun donde las vidas eran cobradas sin juicio y sin aviso. Principalmente de aquellos que desviaban el orden de lo natural.
Si él no pudo congeniar con la felicidad ligada a lo místico nadie más lo haría y ahí se convertía en el peor de los egoístas sobre la tierra.

𝐑𝐲𝐨𝐤ō-𝐬𝐡𝐚 - NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora