Apoyó ambas manos sobre el respaldo de una silla de madera donde claramente no iba a sentarse. Su corazón latía a un ritmo acelerado y culpó la ansiedad por ello. Sus ojos no se podían despegar de aquel que devoraba toda la comida a su paso de forma poco educada. Yuta se preguntaba si ese era el verdadero poder del héroe que poseía la fuerza de más de mil hombres porque incluso Chenle, que a su lado estaba, actuaba con movimientos más coordinados y delicados.
-Entonces Chonlo, ¿Yuta ha sido bueno contigo?
-Eh... sí. Me ha cuidado muy bien junto a Jae Min-. El joven respondió de forma tardía, pero no por su nombre mal pronunciado, sino porque le dolió ver como WinWin había tomado el último pedazo de pan de aquella pequeña canasta de mimbre.
-¿Y dónde vives? ¿Trabajas aquí en el templo? ¿Te gustaría aprender a...
-Deja al niño WinWin -expresó el onmyōyi conociendo hacia dónde quería llevarlo.
-Podría servirle algún día -casi con la misma expresión, el heredero Dong frunció su entrecejo desentendiéndose con el de cabellera rojiza.
WinWin tuvo que creerse la falsa historia de que Chenle era hijo de una solitaria y joven mujer trabajadora del templo que murió luego de dar a luz expresando como su último deseo que alguien se apiade de ese pequeño varón siendo así entonces la manera en cómo llegó y se crió bajo los cuidados de Yuta. Sin embargo, él, que recién iba recuperando las memorias más insignificantes de su vida antes de transportarse miles de años más adelante, o como le gustaba decir con el onmyōyi, miles de meses de los dioses más allá, todavía le resultaba difícil ordenar de forma correcta las emociones que claramente distaban de sus memorias porque lo que sus ojos veían ahora dolía demasiado: Yuta siguió con su vida después de perderlo.
El ser en su interior lo guiaba a tener que vivir con eso a su manera. Aceptar lo que alguna vez fueron y que esas heridas profundas no lograrían sanarse de la noche a la mañana. WinWin creía en una única cosa y agradeció su intelecto por entusiasmarlo hacia lo diferente que podía ser esta vez donde nada tenía de qué temer, ni tampoco estaba limitado por la carga de su legado. Legado que defendería como creía necesario involucrando, ante todo, el poder de la sabiduría. Leer y escribir de la forma que él aprendió por la misma razón que lo motivó a hacerlo.
"Onmyōyi Nakamoto, mi mano nunca se acostumbrará a hacerlo rápido. Nada podré hacer con esto si lo que hace valer a un emperador son sus habilidades en la guerra y conquista. Mi padre podría enojarse mucho, incluso con usted, si se entera que mis pasatiempos son los mismos que un practicante del onmyōdō.
Es inútil. Yo solo quiero ser lo mejor para él y creo que esto es una mala decisión. ¿Por qué no me enseña a utilizar una katana?""No estoy enseñándote onmyōdō Heika WinWin, solo quiero que seas un hombre sabio. La escritura te hará crecer y madurar para que cada decisión que tomes sea la correcta para cuando te conviertas en lo que tu padre es ahora. Descubrirás cosas que nadie más puede descubrir y dejarás en cada tacto de pintar tu propio mundo, tu arte y tu esencia: dolor, amor, felicidad y poder. Solo toma el pincel con firmeza, mójalo en la tinta y repite los mismos movimientos que yo haré. El bambú no se romperá al menos que seas violento con él. Olvida lo que piense tu padre, tu madre y cualquier otro. Tómalo como un privilegio más que adquirirás dentro de estas paredes que te rodean día y noche."
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𝐑𝐲𝐨𝐤ō-𝐬𝐡𝐚 - NCT
FantasíaViajar al pasado no estaba en sus planes. ¿Quién podía imaginarse que Corea del Sur, Japón y China iban a conectarse místicamente a través de sus antiguos e históricos bosques? Si Cheng, Do Young, Tae Yong, Mark, Ren Jun y Jung Woo les será difícil...