Viajar al pasado no estaba en sus planes. ¿Quién podía imaginarse que Corea del Sur, Japón y China iban a conectarse místicamente a través de sus antiguos e históricos bosques?
Si Cheng, Do Young, Tae Yong, Mark, Ren Jun y Jung Woo les será difícil...
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-Una visita como la tuya puede traernos una desgracia, ¿lo sabes Yuk Hei?
-No vine a intercambiar palabras contigo Xiao Jun. ¿Dónde está Kun?
-¿Para qué lo necesitas? Él ya no está a tu servicio y prontamente te prohibiremos la entrada al templo -escupió con desprecio.
Yuk Hei no era bienvenido en su propio templo, su hogar. Su hermano Xiao Jun era uno de tantos que se lo repetía con constancia cada vez que se cruzaban. Por esa razón y por otras tantas, no frecuentaba el templo que ahora estaba a cargo del Emperador Wong Hen Dery, el hermano del medio. Pero había circunstancias en donde tenía que agachar su cabeza y volver a entrar por aquel umbral que una vez maldijo y prometió no volver más a raíz de una tragedia muy grande que había manchado su vida y lo condenó a pasar el resto de su existencia bajo sombras.
Antes de que muriera el Emperador Wong, su padre, Yuk Hei se preparaba para hacerse cargo del Imperio una vez que Shinigami se lleve al Emperador hacia el sueño eterno. La responsabilidad que cargaba sobre sus espaldas era muy pesada ya de por sí; pero un hecho en su vida relacionado exclusivamente con el amor de su vida; hizo de aquella mochila imposible de seguir llevando.
No supo si fue cobardía lo que provocó en él que cortara las riendas y siguiera su trayecto de vida de una forma muy distinta a lo que tenía el destino para entregarle. Lo que sí supo, fue en ese entonces que ya no volvería a amar y no volvería a depositar su confianza en aquellos Onmyôji.
A excepción de uno: Qian Kun. Justamente a quien estaba buscando.
-Ya no sé cómo dirigirme a ti Yuk Hei.
-Está bien Kun, olvida los honores. Necesito una respuesta tuya sobre algo que encontré junto a mi discípulo esta mañana.
-Bien, imagino que no te encontraste con un simple animal ¿verdad?
-Un chico, no registrado -Yuk Hei siguió al hechicero por una de las escaleras que dirigían a su lugar de meditación. Seguramente Kun utilizaría su magia para darle las respuestas que andaba necesitando- nunca antes lo había visto. Pregunté en la zona del río si alguna balsa se hizo presente esta mañana, pero nadie supo decirme. Descarto que venga de la Dinastía de los Jung y me pronunció algo como Bekin... Lekín... ¡Pekín! ¿Dónde queda eso?
-Primero toma asiento y hagamos sonar la campana para ahuyentar a Ama no jaku.
Kun hizo sonar la campana reiteradas veces con fuerza, Yuk Hei esperaba sentado en el suelo frente a una mesa pequeña que era el soporte de un sahumerio olor a lavanda. Ama No Jaku era el demonio que traía a tu mente malos pensamientos con el fin de hacer maldad. Kun siempre decía que la mayor prosperidad del hombre eran sus buenos actos.
-Recuerdas lo que te dije el día que Zu...
-Sí Kun, lo traigo en mi memoria cada maldito momento. ¿Esto acaso es una señal? ¿Qué significa la llegada de ese muchacho?