C U A T R O

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—¡Ten! ¡Hae Chan! Abran soy Young Ho

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—¡Ten! ¡Hae Chan! Abran soy Young Ho.

La puerta de aquella choza fue golpeada fuertemente. Provocó que los dos integrantes de la casa y sus visitantes se exaltaran asustados ante la presencia inesperada del tal Young Ho.

—Tienen que esconderse —susurró Hae Chan mientras seguía las instrucciones de Ten quien levantó una manta del suelo dejando a vista de todos una especie de puerta secreta o escondite— rápido por favor, entren allí. 

Mark hizo caso al instante; pero Tae Yong desconfiaba de todo el suceso. Sin embargo, siguió a su mellizo por instinto. Olvidándose también, que los lugares cerrados le producía cierto pánico.

Algo similar a la claustrofobia.

El pequeño escondite olía a humedad e incienso fuerte, notó que también había en el suelo unas velas de esas que usan cuando se corta la electricidad en casa, pero; eran bastante variadas en colores y tamaños. Dejó de prestarles atención y puso su mente a trabajar en otra cosa, ajeno a ello; porque Tae Yong sabía que no iba a aguantar demasiado en aquel cubículo. 

Los mellizos escucharon fuertes pisadas sobre su techo, que era el piso de la casa de aquel par de extraños. Una voz varonil saludó a Ten y a su hermano. 

—El día de mañana es de gracias, ¿preparaste tus ofrendas Ten?

Tae Yong observó por una pequeña ranura lo que estaba sucediendo, el que se presentó como Young Ho era alto, mucho más que Ten y Hae Chan. Su piel estaba ligeramente bronceada y tenía una buena contextura física. Sus ropas parecían de buena calidad pero ajenas a la vestimenta que los Lee acostumbraban a usar en Seúl. 

¿Qué especie de pueblo era éste? 

También notó una leve tensión en el cuerpo del dueño de casa, cuando el otro se acercó demasiado y tocó su mejilla de forma atrevida. No en el mal sentido, porque no parecía tener otras intenciones que una simple caricia;  pero puso incómodo al pelinegro y eso a Tae Yong no le agradó para nada.

Instintos de policía, códigos de policía, naturaleza de policía. 

—Aquí tienes Young Ho. 

Hae Chan apareció en la escena con una bolsa que trajo de afuera y que entregó al visitante, quien agradeció y besando la cabeza de Ten se marchó del lugar. 

A todo esto Tae Yong respiraba con dificultad apretando el brazo de su mellizo para liberar el estrés. 

—Ya pueden salir, no fue tan grave ¿verdad? —divertido— déjame ayudarle señor Mark.

El adolescente extendió su mano para sacarlos de allí, Tae Yong volteó a ver al hermano de Hae Chan pero había salido. ¿Por qué le daba tanta mala espina ese tipo? 

—Hae Chan, creo que es hora que nos digas por qué estamos aquí —dijo Mark. 

—Es verdad, basta del maldito misterio. Todavía tengo en mi mente aquella cosa comiéndose el rostro de mi hermano y resulta ser que ahora está parado al lado mío bien vivo. Niño, empieza a hablar y más te vale que me devuelvan la pistola, porque te golpearé. 

𝐑𝐲𝐨𝐤ō-𝐬𝐡𝐚 - NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora