D O S

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En algún lugar del mundo.

Lo besó antes de abandonar la cama y salir de aquella habitación no sin antes voltearse y mirarlo una última vez.

Las marcas en el cuerpo del otro no iban a borrarse en cuestión de segundos como en su cuerpo sí se borrarían.

Acomodó su Obi y pasó una de sus manos por sus finos cabellos. Si corría el riesgo de toparse con alguien, por lo menos lograría aparentar normalidad con un buen aspecto visual aunque su cuerpo ardía de igual manera que sus pensamientos dentro de su cabeza poco cuerda.

Cuando llegó al cuarto donde él pasaba mayoritariamente las noches para dormir, miró por la ventana el cielo, esperando que las estrellas hagan sus comentarios de ritual.

La luna brillaba pero no con tanta intensidad, tomó uno de sus tantos papiros escritos y leyó con atención bajo la luz de una vela.

—La llegada del Emperatriz será hoy.

—¡Qué frío Mark, prende el aire que se me congelan las bolas!

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—¡Qué frío Mark, prende el aire que se me congelan las bolas!.

—¿Qué es un aire? —preguntó simpático un adolescente de piel canela mientras observaba a Tae Yong hablar dormido.

—Un objeto que usamos para calentarnos en invierno y para refrescarnos en verano.

—Ya veo, y eso se lo ponen en las bolas.

El chico recibió un golpe de un tercero quien lanzó desde el otro lado de la humilde casa un objeto similar a una vela.

—¡No! Definitivamente no. Es una expresión solamente—. Mark sudó frío.

—Voy entendiendo señor Mark —sonrió asintiendo.

El tercero se hizo presente trayendo una bandeja de madera artesanal y unas tazas de barro que humeaban. La expresión de éste era fría y no había pronunciado palabra alguna desde que se conocieron.

—Tome el té, le hará bien. Créame que no es veneno. Solo cortesía por el clima que está haciendo.

—Gracias Hae Chan. Creo que es hora de que mi hermano despierte —Mark se levantó de aquella cama artesanal más dura que una piedra o que el mismísimo suelo.

Se acercó a Tae Yong y lo movió lentamente, procurando que sea él lo primero que viera cuando despegue sus ojos y los fije sobre algo.

—¿Estamos en casa? ¿Dónde estamos? ¿¡MARK!? —gritó levantando su espalda de otra cama similar a la que estaba el nombrado y se sentó aún aturdido.

Tae Yong pudo responder de sus preguntas que: no estaban en su casa y tampoco era un sueño lo que sucedió en el bosque con aquella cosa horrorosa que colgaba del árbol y sangraba...

Su hermano lo vio temblar y el chico Hae Chan fue tan amable de acercarle una manta. Aunque Tae Yong casi lo asesina con la mirada movió lentamente la cabeza como agradecimiento.

𝐑𝐲𝐨𝐤ō-𝐬𝐡𝐚 - NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora