T R E C E

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—Tae Il puedo visualizar toda esa fuerza, en aquellos guerreros muertos

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—Tae Il puedo visualizar toda esa fuerza, en aquellos guerreros muertos. ¿Están peleando en desigual de condiciones acaso?

El Emperador Jung cerró sus ojos dando su pésame a las almas de los samuráis caídos. Los rivales se acercaban a pie y a caballo. 

Pero, no parecían hombres, simulaban ser bestias y ésto inquietó a Jae Hyun. 

—Lamento confirmar que sí. Están siendo ayudados por una energía superior —Tae Il miró a Young Ho a los ojos clavando en él su mirada reconciliadora y de perdón. Probablemente sea la última vez que ambos se crucen estando en el mismo bando—. Liberaré a los zorros señor. 

—Haz lo que sea, pero no quiero que más de los nuestros mueran en manos de esas cosas.

Tae Il sacudió sus manos, y las mangas de su vestimenta violeta azotaron el ambiente. Fue demasiado rápido el movimiento; pero suficiente para lanzar un conjuro y hacer que desde el suelo se levantaran aquellos animales de color blanco y dientes afilados.

Una brisa recorrió sus espaldas, pero no prestaron tanta atención a ello, debieron hacerlo porque tanto Young Ho como el Emperador Jung salieron volando de sus caballos impactando violentamente contra el suelo. 

Jae Hyun tomó rápidamente la espada que traía colgando en su armadura; listo para defenderse de las figuras que estaban frente suyo. 

Eran tres. 

Pudo distinguir a dos de ellos: un Wong y el hechicero Qian Kun. El terror de todo el continente. 

—¡Señor!— Young Ho se levantó como pudo y defendió a su superior; pero era imposible lidiar una buena batalla con aquel hombre de cabello claro y pestañas largas. De alguna forma habían logrado volverse más fuertes, más rápidos e inteligentes. 

La katana de Wong Xiao Jun se clavó sobre la pierna del guerrero, Jae Hyun olvidó las prioridades y saltó en defensa de su súbito. 

—¡Tae Il! ¡Haz algo! —ordenó con su voz rasposa. 

El onmyôji agitó sus manos y las armas de ambos hombres quedaron flotando en el aire. Young Ho yacía herido en el suelo, Yang Yang —que era el tercero— parecía esconderse detrás de Kun quien sonrió ante la acción de Tae Il, luego aplaudió por el espectáculo. 

Tanto Jae Hyun como Xiao Jun se petrificaron sin saber qué hacer. 

¿Qué tramaban ambos hechiceros?

—Hasta aquí ha llegado nuestra lealtad señores. Tanto Moon como yo decidimos ponerle punto final a nuestro pacto con ambas dinastías. 

—¿Qué mierda significa eso Kun?

—Xiao Jun, espero que le adviertas al Emperador Wong que se consiga otro onmyôji; aunque ni con eso le bastará para permanecer en el trono cuando ese lugar no es suyo sino de Yuk Hei. Un niño dócil y demasiado tonto como Hen Dery, no es capaz de sostenerse ni a sí mismo. 

𝐑𝐲𝐨𝐤ō-𝐬𝐡𝐚 - NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora