—Si no sales del templo descendiente de la luna; derribaré los pocos cimientos que aún sostienen en lugar y aquellos que están contigo morirán aplastados como unos pobres insectos. Tienes la capacidad de elegir desde ya porque pudiste escaparte del fuego, pero no podrás hacerlo de mí.
—¡Ten! ¿A dónde vas? —Tae Yong intentó tomarlo por el brazo y sujetarlo impidiendo la acción pronta del onmyōyi.
Lo triste y preocupante de todo aquello no eran los dichos de aquel extraño, sino la pérdida de algo mucho más importante para Ten y para el resto: su poder. No por nada habían brillado sus ojos con intensidad cuando se consumió junto al cuerpo de Tae Yong, no por nada soltó unas cuantas lágrimas entre sus brazos, no por nada se había resguardado de transmitir palabra alguna a la mente de su hermano menor o a la de Tae Yong; todo aquello tenía un precio y había olvidado completamente lo que en un pasado alguien le advirtió: los descendientes del dios de la luna debían refugiarse en su pureza para siempre si es que no querían perder la esencia mágica.
—Chittaphon ¿sabes por qué la luna y el sol no se encuentran con regularidad? —él negó— Hace mucho tiempo atrás, en Takama ga hara hubo una fiesta de dioses, las deidades más importantes y benevolentes estaban allí comiendo y bebiendo en abundancia llenando sus estómagos y disfrutando de placeres muy lejanos a lo que un simple mortal puede alcanzar. El dios de la luna: Tsukuyomi terminó haciendo algo terrible, le fue jugada una broma que arremetió su orgullo y honor, él solo le había pedido un poco de comida a la diosa Uke mochi y esta le brindó lo pedido sacando de sus entrañas de una forma desagradable y poco digna para alguien como el gran dios de la luna. Él terminó asesinándola frente a todos manchando los cielos con un acto irreparable ante los ojos de Amaterasu, que además de ser su hermana era su esposa. Tsukuyomi fue expulsado y ella juró nunca más encontrarse con él condenándose por la eternidad a estar uno detrás del otro. Aún Amaterasu es perseguida por Tsukuyomi y logran verse cuando cuando ella descansa pero sólo por muy poco tiempo. ¿Sabes que quiero decirte con esto? —el pequeño Chittaphon movió su cabeza desorientado— No debes jamás manchar tu cuerpo y tu alma con actos deshonrosos. Deberás conservarte tan blanco como el algodón, como las nubes del cielo o de forma contraria los dioses te castigarán por seguir la costumbre de tu descendiente, el dios de la luna.
Aquello que podía resultar ser un cuento de carácter extravío para alejar a los monjes del camino pecaminoso se había vuelto cierto para el onmyōji de cabello negro. Y eso parecía saberlo los dos individuos que posaban frente a él con sus rostros serios demostrando superioridad y radiando poder. Un gran poder que nunca antes había sentido. Pero no estaba seguro si provenía de esos dos porque en el momento cuando estaba con Tae Yong también lo había sentido aunque intentó ignorarlo. Quizás era el territorio que nunca dejó de ser fértil aún en ausencia del único heredero del viejo Emperador Dong.
—Vaya, veo que no estás solo —dijo Tae Il lanzando una feroz mirada a los que seguían a Ten por detrás. Mark, Hae Chan y Tae Yong no dudaron un segundo en enfrentar a quien sea que haya amenazado a Ten. Un largo camino habían atravesado juntos y este no era el momento para que todo se echara a perder— a ti te mataré, pero ellos podrán salvarse con una sola condición: que se unan a nuestra causa. Solo así tendremos misericordia.
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𝐑𝐲𝐨𝐤ō-𝐬𝐡𝐚 - NCT
FantasyViajar al pasado no estaba en sus planes. ¿Quién podía imaginarse que Corea del Sur, Japón y China iban a conectarse místicamente a través de sus antiguos e históricos bosques? Si Cheng, Do Young, Tae Yong, Mark, Ren Jun y Jung Woo les será difícil...