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Cuando vuelvo al salón, simplemente hago todo lo posible por no sentarme junto a Vinnie, porque se que por mucho que haya quedado como la puta ama ahora mismo, si el empieza con sus acercamientos y sus juegos, no me durará mucho y acabaré sonrojandome como una idiota. Me siento junto a Nessa y Vinnie junto a Jordan, en otro sofá. Dejamos de ver esa horrible peli que ha marcado un antes y un después en mi relación con el rubio, y que no se si odio o amo, y vemos algún capítulo de Friends, la serie más mítica del mundo.
Terminamos de cenar y recojo la comida, los chicos insisten en pagar su parte y al final lo acepto, aunque miento un poco en el previo y les hago pagar menos, no quiero que sientan que les compro todo o que les hago un favor. Acaban llendose los tres a la vez y cuando cierro la puerta, me apoyo sobre ella y suspiro, cerrando mis ojos. Los recuerdos de la mirada de Vinnie, su respiración y sus jadeos en mi oído me penetran la mente sin ningún tipo de compasión, haciendo que me quede estática ahí, unos segundos.
—¿que haces? La puerta se puede sujetar por si sola—me dice mi hermano Quinton cruzandosw de brazos en la escalera.
—Eh, yo si eh...—abro mis ojos y me llevo la palma de la mano a la frente—Me he quedado... Pensando, deberías probar a hacerlo alguna vez.
Suelta una risa y yo siento mis mejillas arder, ni siquiera se porque, así que me encaminó a las escaleras antes de que mi hermano se haga el detective e intente averiguar el porqué de mi nerviosismo. Pero claro, es un cabezón al igual que toda mi familia, y me sigue cuando le paso por un lado. Es un coñazo porque yo sw que mi hermano no sabe guardar un secreto. Recuerdo que a los 12 años tuve un novio, se llamaba Gabriel y le gustaba comer pinturas. Bueno....Se lo conté a Quinton porque era un chico y quería sus consejos, al día siguiente, mi madre quiso tener una charla sobre chicos conmigo, y mi padre me acompaño al colegio, cosa que no suele hacer, solo para amenazar al pobre Gabriel que sollozaba a través de sus lentes de pasta.
—Que graciosa, hermanita—rueda sus ojos y corre para alcanzarme—Oye... Tu que eres animadora... ¿Podrías darme algún consejo para liarme a una?
Me paralizó en la escalera y me giro a mirarle, me cruzó de hombros y alzo una ceja—Pues... No todas las animadoras somos iguales, y si lo fuésemos, no creo que sea la mas adecuada para darte ese consejo.
—¿por qué no? Eres mi hermana, a pesar de que seas una pringada y una animadora bastante cutre, eres la que querrá lo mejor para mí... ¿No?—pone una sonrisa angelical como si no se acabase de meter conmigo.
—Pues... Ya no estoy tan segura de eso—respondo de mala gana y sigo mi camino en las escaleras.
—¡espera! ¡Espera!—me para tomando mi brazo—¿consejo por consejo?
—¿eh?
—¿no te gustaba un chico? El del pelo negro ese, que te trajo un día a casa—me recuerda—Yo... Te ayudaré a que le pidas salir y tu me ayudas para que me enrolle con una animadora
