CAPÍTULO 15

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Sergio despertó por la luz del sol que entraba por la ventana. Lydia estaba dormida sobre él, con su brazo sobre su abdomen, abrazándolo.

Hundió la cara en su pelo y se impregnó con su olor cerrando los ojos. Todo él se estaba abriendo a sentir de nuevo sin poder hacer nada por evitarlo. Acarició el brazo desnudo de Lydia y besó su frente.

Lydia se removió acercándose más a él y Sergio sonrió complacido con ese gesto. ¿Significaba eso que se estaba curando?

- Dormilona, deberíamos levantarnos, son más de las once de la mañana- susurró Sergio a Lydia.

- Mmm, ¿no podemos quedarnos así para siempre? – remoloneó Lydia acariciándole el abdomen y despertando su pasión de nuevo.

- Supongo que no tenemos mucho que hacer y podemos quedarnos un rato más- admitió Sergio rindiéndose completamente a su deseo por ella.

Sergio no recordaba lo que era sentir esa intimidad con nadie y no era solo el deseo sexual. Los dos se compenetraban perfectamente y no solo en la cama. Podían hablar de mil cosas y sentía que los dos estaban en la misma frecuencia.

Su vida había cambiado completamente unos años atrás y había sacrificado su anonimato por un sueño. Lydia comprendía perfectamente lo que le había sucedido y cómo se sentía con todos esos cambios porque había pasado por algo similar.

Su conexión fue casi inmediata desde el momento en el que se conocieron y realizaron su primera colaboración, sin embargo, en esa época los dos estaban con otras personas y no contemplaban las posibilidades que ahora habían descubierto y que los había acercado todavía más.

Pasaron lo que les quedó de mañana tras el desayuno tardío tocando y cantando juntos. Los dos se entendían solo con mirarse y disfrutaban compartiendo juntos sus sentimientos a través de la música. Para ellos era su manera de expresarse, una forma de comunicarse y de contarse lo que sentían.

Estaban los dos sentados en el suelo del salón. Sergio sin camiseta tocando la guitarra frente a Lydia que lo tenía completamente hipnotizado con su voz.

Terminó de cantar y se acercó a Sergio apartando la guitarra para sentase sobre sus piernas antes de comenzar a besarlo.

Acarició sus brazos y por instinto, Sergio se tensó al notar las caricias sobre sus cicatrices.

- Sergio- susurró Lydia mirándole fijamente a los ojos- ¿Qué pasó?

Sergio se quedó un segundo callado y cerró los ojos. Quizá había llegado el momento de abrirse a ella y contárselo todo, de quitar esa barrera entre ellos. Suspiró.

- ¿De verdad quieres que te lo cuente? – preguntó algo resignado. Lydia asintió.

- Quiero saberlo todo de ti- dijo sin dejar de mirarle a la cara.

- No te va a gustar. Cuando lo sepas todo seguro que no te gusto.

- Eso es imposible. No puedo hacer nada para que no me gustes- Lydia acarició la mejilla de Sergio que negó con la cabeza cerrando los ojos de nuevo.

- Bien, ¿Qué sabes de mí? – preguntó buscando un punto de partida para la historia.

- Que eres huérfano y que creciste en un internado en el que aprendiste a tocar, que no terminaste la universidad y que tocabas en un antro con un contrato prácticamente de esclavitud.

- No es mucho para empezar- sonrió Sergio.

- Es lo único que dejas que se sepa de ti- Sergio respiró profundamente antes de empezar a hablar.

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