CAPÍTULO 42

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Sergio tomó aire y olvidó todo lo que había preparado los últimos días esperando llegar a esa situación.

- Me vais a perdonar porque voy a aprovechar la oportunidad de estar aquí frente a vosotros no sólo para agradecer este premio, sino para contaros mi camino hasta llegar aquí- en ese momento ya no podía ver a nadie, no podía respirar y sentía todo su cuerpo temblando de miedo. Pensó que incluso le temblaba la voz- Voy a contaros quien soy. Soy un niño que esperaba en casa a que mi padre no llegase borracho. Mi primer recuerdo es el dolor y el miedo. Un dolor y un miedo que me ha perseguido toda la vida. Mi padre no fue un buen padre. Lo vi maltratar a mi madre hasta que fui suficientemente mayor para intentar defenderla y entonces me maltrataba a mí también. Ella intentó protegernos, a mi hermana pequeña y a mí, y escapó de él. Una noche nos encontró y vi como la mataba ante mí. Intenté proteger a mi hermana y no pude. Él intentó matarnos a todos antes de suicidarse. Nos apuñaló- hizo una pausa por el dolor de sus recuerdos. Todo el auditorio se había quedado en un silencio absoluto- Alicia, mi hermana, murió sobre mí y todavía recuerdo cada noche su mirada sin vida, su miedo a morir. Eso me salvó la vida, el peso de su cuerpo impidió que me desangrase. Yo pensé que había muerto con ellas y creo que ese día realmente morí. Yo tenía ocho años y mi hermana seis- el tiempo se había parado a su alrededor. Nadie se movía, nadie respiraba. Solo se escuchaba su voz- Desperté en un hospital completamente solo y lo único que sentía era dolor en todo mi cuerpo. No quedaba un centímetro de mí sin puntos. Descubrí mis brazos y recuerdo que pensé que ya no eran mis brazos. Me operaron muchas veces y sobreviví milagrosamente. Ya no tenía nada, ni casa, ni familia, estaba completamente solo. Me llevaron a una casa de acogida tras otra durante dos años y de todas me echaron, igual que de los colegios- los recuerdos dolían demasiado, pero ya no podía parar, no podía echarse atrás- Los niños se burlaban de mí, de todas mis cicatrices. Me defendía de la única manera que conocía y me peleaba a diario. La única explicación que encontraron fue que estaba traumatizado, nadie pensó que solo era un niño pequeño que estaba solo y asustado ante el mundo- Sergio tomó aire antes de seguir hablando. En la sala no se movía ni el aire- A los diez años, nadie quería quedarse conmigo y yo lo sabía. La asistente social que llevaba mi caso, ya no sabía qué hacer conmigo y me llevó a un internado, era el único sitio en el que podía quedarme y allí encontré a la primera persona que tuvo fe en mí, que no vio solo al niño violento, problemático y traumatizado que veían todos. El Padre José me vio de verdad, vio al niño asustado que necesitaba ayuda. Él me dio una manera de desahogar toda la rabia que tenía dentro y me mostró la música como medio para poder expresar todo lo que no era capaz de expresar de ninguna manera- parecía que su discurso estaba terminando, pero acababa de empezar. Ni siquiera pensó en el tiempo que podía estar hablando. Nadie le interrumpió- viví allí hasta los dieciséis años. Esos fueron los años en los que me sentí seguro. Quería estudiar. Mis notas no eran malas y solo quería tener un futuro, una vida. Me llevaron a un piso tutelado en el que viví dos años. Dos años de incomprensión en el instituto, de burlas y de problemas. Pero también fue el momento en el que conocí el amor por primera vez. Ella era una chica que vivía en el mismo piso que yo y cuya vida no era más fácil que la mía. Fue la primera vez que dejé caer las barreras que había construido para protegerme del dolor que nunca he dejado de sentir. Las circunstancias la alejaron de mí y después ella no pudo con todo y se suicidó. La perdí y sumé más dolor. Aun así, conseguí terminar el instituto y entré en la universidad, al menos lo habría hecho si el destino no me hubiese vuelto a castigar- contó el año que pasó trabajando y viviendo en una habitación alquilada y cómo entró de nuevo a la universidad y tuvo que volver al internado - Una tarde atacaron al Padre José en la capilla. Acababan de robarme en la calle y me tendieron una trampa. La policía nunca cuestionó que no hubiese sido yo a pesar de que fui quien llamó a emergencias. Con mis antecedentes, todo apuntaba a que era culpable. No tuve ninguna oportunidad y acabé en prisión hasta que el Padre José fue capaz de testificar- miró hacia el público y vio la sorpresa en sus caras- salí sin cargos, pero perdí mi plaza en la universidad, el trabajo y no pude volver a vivir en el internado. Acabé en la calle- contó cómo vivía con lo poco que ganaba tocando y lo que suponía dormir en parques y portales- cuando estaba ya tocando fondo, completamente desesperado y sin ninguna salida. Vi de nuevo los ojos de mi hermana, del ángel que venía a ayudarme. En mi vida se cruzó una persona especial que me llevó a su casa sin conocerme, me dio un techo y me devolvió la dignidad que había perdido durante los meses que viví en la calle. Me regaló a su familia, ella y sus hermanos han estado a mi lado desde entonces- no sabía cómo hablar de Inés así que contó sus encuentros, cómo se enamoró de ella de nuevo y su pérdida- me hizo el mejor regalo de mi vida, me regaló a mi hija- así llegó hasta el final de su historia- Necesitaba compartir esto con todos vosotros para dejar de ser esclavo de mi pasado. Me sentía como una mentira escondiendo las circunstancias de mi vida. Todo esto soy yo y ahora ya no tengo miedo de que lo sepáis. No soy un artista lleno de glamour, no soy esa persona perfecta que imagináis. Solo soy ese niño que lucha día a día por seguir adelante- en ese momento, todo el público se puso en pie aplaudiendo. Pudo ver las lágrimas en los ojos de muchos de ellos y el presentador le puso la mano en el hombro y lo abrazó dándole las gracias y la enhorabuena.

Los ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora