Me había levantado con una extraña sensación en el cuerpo y un horrible hueco en el estómago. Decidí no prestarle atención a la angustia que nacía en mi interior por lo que decidí distraer mi mente organizando la cocina y limpiando la casa en general. Era temprano cuando comencé pero si seguía acostada no iba a dejar de pensar en qué era lo que sucedía.
-¿Qué estás haciendo?- Preguntó un adormilado Malek que se encontraba recostado en el marco de la puerta de nuestra habitación.
-Estoy limpiando.- Le mostré la escoba que tenía entre las manos.
-Son casi las cinco de la mañana.- Me informó con el ceño fruncido.
-Lo siento.- Dejé la escoba en una esquina e ingresé con él a la habitación.- Es que no puedo dormir.
-¿Por qué? ¿Te sientes mal?- Comenzó a examinarme superficialmente con la mirada.
-Creerás que estoy loca pero tengo un mal presentimiento.- Malek seguía viéndome con el ceño fruncido.
-Beth, estás helada.- Murmuró cuando tomó mi mano.- Vamos al médico.
-No, no.- Negué repetidas veces.- Estoy bien, es solo que me siento angustiada. Siento que algo malo va a suceder.
-Beth, escúchame. Todo va a estar bien, ¿de acuerdo?- Asentí con lentitud aunque no estaba convencida en absoluto.- Ven, intenta dormir. Voy a revisarte dentro de unas horas, si sigues igual voy a llevarte al médico para descartar un resfriado o lo que sea.
Con la angustia aún presente en mi pecho, me acosté a su lado y pronto fui atraía hacia él. Me abrazó por la cintura y permitió que hundiera mi nariz en su cuello, intentando que me calmase.
-Beth...- Su voz me llamaba desde la lejanía.- Beth, amor, despierta.
-¿Mm?- Emití aún entre sueños.
-Despierta, voy a revisarte.- Como pude me senté en la cama y le extendí mi mano.- Sigues fría. ¿Aún sientes angustia?
-Mjm.- Volví a emitir.
-Arriba, voy a llevarte a que te revisen.- Negué con lentitud.- Elizabeth.
-No quiero ir al hospital.- Murmuré con pesadez.
Mientras luchaba contra el sueño, pude ver cómo posaba su mano en su frente y luego en la mía, estaba tomando mi temperatura. Su ceño se frunció con brusquedad y salió de prisa en dirección al baño.
-Abre la boca.- Ordenó con suavidad. Tenía en la mano el termómetro.
Hice caso a su orden y esperé que el instrumento le indicara mi temperatura. Malek tenía una postura tensa y su atmósfera lo confirmaba.
-Treinta y seis.- Murmuró.
-¿Ves? Es una temperatura normal, estoy bien.- Susurré, estirando mis brazos hacía él.
Malek entendió mis intenciones y se acercó a mí, permitiéndome abrazarlo.
-Me preocupa tu estado, Beth.- Murmuró cerca de mi oreja.- Me preocupa mucho.
-Solo tengo angustia.- Susurré.- Pronto desaparecerá.
-Llamaré al trabajo, no te dejaré sola.- Dijo pero negué.
-No puedes faltar, Malek. Estás muy cerca de obtener el aumento por el que llevas esforzándote, no es necesario que te preocupes.- Besé sus labios castamente y volví a acostarme.
-No podría concentrarme si te dejo así.- Intentó persuadirme.
-Malek, estoy bien. Nada va a suceder, ve tranquilo.- Aseguré.
-Promete que me llamarás si algo sucede.- Asentí un par de veces.
-Lo prometo.- Asintió no muy convencido.
Él se acercó para besarme y verificar una última vez que estuviese bien. No quería irse y yo tampoco quería que se fuera pero tenía que hacerlo, se había esforzado mucho y no podía poner en riesgo su meta solo porque no me sintiese al cien por ciento.
Era consciente de que Malek iba a llamar cada tanto para cerciorarse que yo estuviese bien pero nadie me había preparado para recibir llamadas cada diez minutos.
-¿Bueno?- Pregunté por decimosegunda ocasión.
-¿Estás bien?- No pude evitar reírme de su actuar.
-Amor, estoy bien. No necesitas llamar cada tantos minutos, no voy a salir de la cama.- Pude escuchar una sutil risita del otro lado de la línea.
-Lo siento, lo siento.- Murmuró.- Estoy nervioso.
-Tranquilízate, todo está bien.- Afirmé con seguridad para que se tranquilizara.
-De acuerdo, te veo en la tarde.- Habló con lentitud. No parecía tener prisa por cortar la llamada.- Elizabeth, lo prometiste
-Que sí, hombre.- Murmuré.- Ten un muy buen día, mi amor.
-Hasta luego, te amo.- Susurró, significaba que su jefe estaba cerca.
-Te amo.- Llegué a decirle antes que colgara.
Tal y como le había dicho, había pasado el día entero en la cama. No tenía fuerzas para levantarme y tampoco ganas, el malestar seguía ahí latente. Con el pasar de las horas mi angustia se fue haciendo cada vez más fuerte y descontrolada, él no había vuelto y hacía bastante que había acabado su turno. Malek no era de salir sin avisar, siempre me informaba si se iba a tardar o no, era una costumbre que teníamos ambos para que el otro no se preocupara.
-Son las diez.- Murmuré mirando nuevamente el reloj que adornaba mi muñeca.- ¿Por qué no contestas el teléfono?
Para ese momento mis nervios estaban sin control y caminaba una y otra vez por la sala. Había llamado cientos de veces a su teléfono pero las llamadas que en un principio no habían sido contestadas se habían vuelto llamadas no entrantes. Cuando tocaron la puerta mi corazón subió a la garganta, ocasionándome inmensas ganas de devolver lo poco o nada que había comido durante el día. Malek no tenía la necesidad de tocar la puerta, él tenía llave.
-Pudieron habérseles quedado.- Me dije a mí misma mientras caminaba hacia la puerta.- Sí, eso debió ser. Se le quedaron las llaves y su teléfono quedó sin carga.
Coloqué mi temblorosa mano sobre la perilla de la puerta principal y la giré, abriéndola lentamente. No, no era Malek quien estaba allí de pie frente a mí. En su lugar se encontraba la Sra. Treswalt, quien me miraba con una mezcla de emociones que en ese momento no supe distinguir. A mí alrededor todo comenzó a verse borroso y mi garganta se había secado, algo malo había sucedido o ella no se hubiese presentado a esas horas de la noche con el libro entre sus manos.
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Retorno Medieval© EE #2 [EN EDICIÓN]
Fantasy💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Segundo libro de la saga EE.• •Necesitas leer Destino Medieval para entender lo que sucede y para conocer a los personajes.• Habían pasado años en la époc...