Me fue imposible pegar ojo. Mi cuerpo se mantuvo toda la noche en un estado de alerta extremo, despierto y listo para golpear si me sentía amenazada. Una vez que amaneció la puerta se abrió de golpe y por ella entró aquel ser que tanto asco y miedo me causaba.
-Levántese.-Tomó mi brazo con violencia.
-¿A dónde me lleva?- Pregunté sin dejar de resistirme.
-Iremos a mis aposentos.- Me informó.
No iba a ir allí, no iba a permitirle que me hiciera algo y que mis posibilidades de escapar se redujeran a cero. Sin embargo, aquel no era un hombre común de mi época sino uno que no dudaría en golpear a una mujer.
-¿Quiere estarse quieta?- Bramó.
No esperó una respuesta de mi parte cuando su mano abierta impactó en mi rostro. Volvía a sentir mi mejilla arder por su culpa, tal y como lo había hecho años atrás. Tomó mis manos con violencia y quitó las cadenas que me mantenían pegada a la pared y lastimaban mis muñecas.
-Camine, no me obligue a llevarla a golpes.- Susurró fríamente.
Me llevó por el oscuro lugar sin soltar mi cabello, asegurándose que no desapareciera e intentase huir. Sus aposentos estaban un poco más iluminados que el resto de la estancia pero seguía siendo difícil para mí el distinguir todo lo que allí había. No me interesaba husmear en sus cosas, solo buscaba algo que pudiera servirme como herramienta defensiva.
-Desvístase.- Ordenó.
-¿Está loco o qué?- Pregunté, cubriendo la parte superior de mi cuerpo.
-Que se desvista.- Volvió a ordenar con brusquedad. Agarró con firmeza el borde superior de mi vestido y tiró de él.- Suelte.
-¡No!- Grité.- No voy a desnudarme y mucho menos frente a usted.
-¡Maldita sea!- Volvió a tirar de mi vestido, rompiéndolo por la fuerza ejercida.
Lanzó el pedazo de tela lejos de nosotros y me encerró entre la pared y su cuerpo. Me hice pequeña ante su cercana presencia, lucía tan salvaje y peligroso que temí ser asesinada a golpes en esos instantes.
-Le he dicho que se desnude y eso es lo que hará.- No había soltado mi vestido, se había aferrado a este y no parecía querer soltarlo.
-Por favor no me lastimes.- Susurré, cubriendo mi ahora descubierto brasier.
-No me obligue a hacerlo.- Murmuró.
Alzó su mano y con sus nudillos acarició mi rostro y cuello. Xander se acercó un poco más y pareció querer traspasar mi cuerpo y la pared. Su estómago estaba pegado a mi abdomen y pecho, su respiración chocaba contra el lado izquierdo de mi rostro y podía notar claramente cómo olisqueaba mi aroma.
-No me obligue a lastimarla y no lo haré.- Repitió.- Es la mujer más hermosa que jamás he visto.
-Aléjese.- Tomé fuerzas y determinación de donde no tenía y empuje su cuerpo para recuperar mi espacio personal.
-Aún no sé su nombre, señorita.- Susurró volviendo a acercarse.- ¿Cuál es?
-No sabe mi nombre pero me ha secuestrado en dos ocasiones y pretende mantenerme aquí.- Alcé la mirada con decisión pero me arrepentí al instante. Su fría expresión facial me analizaba y a su vez me advertía que me mantuviese sumisa.
-¿Cuál es?- Preguntó más fuerte.
-Elizabeth...- Susurré presa del pánico.
-Elizabeth... Hermoso nombre para una hermosa mujer.- Alzó mi rostro y colocó el suyo en mi cuello.
Volví a intentar empujarlo lejos de mi cuerpo pero esta vez no mostró inestabilidad en su postura. Forcejee con la mayor fuerza que pude y solo cuando se cansó de mis golpes y empujones, alzó mis manos hacia arriba de mi cabeza
-No me toque.- Grité entre lágrimas.
Xander no se inmutó en absoluto, seguía olfateando mi cuello y cada tanto depositaba castos besos en el área. Fue en ese instante cuando a mi mente volvió otro recuerdo de Malek.
-Si te molestan y no estoy solo tienes que golpearlos.- Me incitó.- Luego iré a tu escuela y me haré cargo.
-No creo que lo vuelvan a hacer.- Me reí al recordar las miradas de terror que habían puesto los que antes me molestaban.
-Ya pero debo asegurarme que estás bien incluso si no estoy cerca.- Murmuró.- Imita mis movimientos. Golpea sus partes nobles lo más fuerte que puedas, alza el codo hacia su cuello y golpea sin dudarlo. Luego corre y no te dejes pillar.
-¿Estás seguro que es funcional?- Murmuré.
-Me ha ayudado en algunas ocasiones, Beth. Puedo asegurarte que funciona.- Guiñó el ojo y besó castamente mis labios para continuar instruyéndome.
Golpear las partes nobles, alzar codo hacia el cuello y golpear y luego correr... Era momento de poner en práctica las clases de defensa que Malek me había dado. Alcé mi rodilla con fuerza y cuando se bajó por el dolor golpee su cuello con mi codo. Bien, había llegado el momento de correr. Sus alaridos de dolor y órdenes llenas de cólera se escuchaban por todos lados, incluso cuando había salido prácticamente volando de sus aposentos y llegado a un lugar lejano de todo el revuelo. Necesitaba salir de ahí o el líder de Vurshka me mataría sin compasión alguna.
-¡Ahí está!- Gritó uno de sus hombres.
Seguí corriendo y escondiéndome hasta llegar a una pequeña puerta que se encontraba escondida. Escuchaba pisadas apresuradas pasar frente a la puerta, intenté no moverme, hacer ruidos o siquiera respirar. Tenía miedo, tal vez demasiado para reaccionar. Estando en ese espacio tan pequeño tuve que controlarme, no podía pasar por un ataque de pánico, no en esos momentos.
Por instinto comencé a orar. Necesitaba sentir que no estaba sola, que algo me protegía más allá de toda creencia o prueba.
-Malek...- Susurré.- ¿Qué harías en una situación así?
Pregunté casi inaudiblemente para calmar mi nerviosismo aunque sabía a la perfección que no obtendría respuestas. Mi esposo no estaba allí para darme ánimos o consuelo, él no se encontraba junto a mí desde que había dado comienzo toda esa locura y tenía que acostumbrarme a ello. Debía dejar de ser dependiente a su presencia y cercanía, al menos hasta que todo llegara a su fin.
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Retorno Medieval© EE #2 [EN EDICIÓN]
Fantasy💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Segundo libro de la saga EE.• •Necesitas leer Destino Medieval para entender lo que sucede y para conocer a los personajes.• Habían pasado años en la époc...