👩🏻‍🦰20🤴🏻

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El pueblo de Britmongh seguía creyendo que era una vil bruja que se había colocado las pieles de su reina pero al menos habían aceptado que no intentarían cazarme de nuevo. Por su parte, Malek había estado muy protector conmigo y mi salud, no dejaba que me levantase o hiciera fuerza para nada y se encargaba que me alimentase como era debido.

-Estoy bien.- Murmuré por décimo tercera vez.

-Estás herida, Elizabeth.- Me reñía con sutileza mientras organizaba mis cosas en su lugar.

-No me llames Elizabeth.- Se giró hacia mí con el ceño fruncido.

-Ese es tu nombre, ¿no?- Murmuró.

-Cuando me llamas por mi nombre me siento regañada.- Expliqué bajo su atenta mirada.

-Entonces, ¿cómo quieres que te llame?- Se acercó a mí con aquella sonrisa que tan bien conocía.

-Me gusta Beth.- Susurré sobre sus labios.

-A mí también me gusta Beth. El nombre y la mujer, claro está.- Besó mis labios con delirante suavidad y dulzura.

-Eres muy dulce.- Susurré entre nuestra muestra de cariño.

-Solo cuando se trata de ti.- Besó la punta de mi nariz y luego mi frente.

-Ven, acuéstate conmigo.- Murmuré con fingida inocencia.

-Beth, sé lo que estás haciendo.- Afirmó con los ojos achicados.- Podrás actuar dulce y lo que quieras pero no funcionara porque estás herida.

-No estoy haciendo nada, amor.- Murmuré.

-Te conozco tan bien.- Besó castamente mis labios pero no se lo haría tan fácil. Atrapé su labio inferior entre mis dientes y lo mordí con suavidad para después besarlo lentamente.- Elizabeth...

-¿Mm?- Murmuré sin alejar sus labios de los míos.

-Detente.- Murmuró con dificultad.

Me separé de él sin dejar de actuar con lentitud. Sus ojos me pedían a gritos que lo tentara un poco más pero comenzó a negar repetidas veces con la cabeza.

-No voy a lastimarte.- Aseguró decidido.

-Sé que no vas a lastimarme.- Había intentado parecer seductora cuando mordí mis labios al hacer la afirmación y parecía haber hecho efecto.

-No hagas eso.- Ordenó.

-¿El qué?- Volví a hacerlo.

-Te aseguro que podrás esperar hasta que te recuperes.- Iba a quejarme pero volvió a negar con la cabeza.- No.

-Bien.- Murmuré y como pude me giré hacia un costado, dándole la espalda.

-¿Te acabas de enojar?- Preguntó entre carcajadas.

-Cierra la boca.- Murmuré.

-Estás herida.- Volvió a recalcar lo ya sabido.

-No me importa.- Su mano se coló por mi vestido y paró en la parte interna de mis muslos.

-¿Quieres que lo haga?- Preguntó antes de seguir su camino.

-No...- Murmuré.

-Entonces, ¿qué quieres?- Pasó su nariz por mi quijada.

-Sabes que quiero.- Depositó una hilera de besos por mi cuello hasta llegar a mi oreja.

-Cuando ya no vayas a sangrar por algún movimiento brusco.- Susurró.

Él no iba a hacer nada o al menos no hasta que sanase mi cuerpo. Clavé mi mirada en la suya y era más que evidente sus prioridades, primero la salud de su esposa y luego las necesidades físicas.

Retorno Medieval© EE #2 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora