👩🏻‍🦰27🤴🏻

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La sostenía contra mi pecho mientras seguían meciéndola y acariciaba sus pequeños cabellos rojizos. Podía escuchar su suave respiración y sentir sus manitas aferrándose a la bata de baño y a mi cabello. Estaba tan inmersa en el encanto de la situación que solo me di cuenta de la presencia de Malek cuando giré sobre mis pasos.

-Baja ese teléfono.- Le ordené cuando le di la espalda.

-Ya tengo la foto, hace bastante.- Murmuró.

-No estoy arreglada.- Me quejé.

-Así es perfecta créeme. Ambas lucen hermosas y relajadas. Si te hubiese avisado, la foto no tendría el mismo encanto.- Despegó su espalda del marco de la puerta y se acercó a nosotras.

-Malek, bórrala.- Susurré.

-No, voy a enmarcarla.- No le importó mis reclamos silenciosos, su atención había caído sobre la bebé que yacía dormida entre mis brazos, acariciando sus mejillas y haciéndola sonreír entre sueños.

-Eres imposible.- Me quejé.

-Tú eres preciosa.- Susurró, besando la parte trasera de mi oreja.

-Eres muy dulce.- Cerré los ojos con fuerza mientras reía e intentaba ocultar mi rubor.

-¿Quieres que siga?- Preguntó mientras acariciaba mi espalda. Negué repetidas veces pero era más que obvio que no me estaba preguntando realmente, solo me avisaba que iba a seguir.- Dulce es el sabor de tu piel, dulce y delirante.

-Malek...- Murmuré.

-Me enloqueces, nublas mi juicio y lo haces sin siquiera intentarlo.- Había comenzado a hacer lo mismo que en la ducha, rozar con su nariz mi cuello y quijada.

Coloqué a Thabita en su cuna cuando estuve segura de que ella dormiría a pierna suelta durante algún tiempo. Malek había decidido acercarse a la cuna y recostar sus brazos en los bordes.

-Es tan hermosa...- Murmuró.

-Lo es.- Le di la razón, acercándome a él.

-Tiene un brillo especial en sus ojitos.- Malek le sonreía aunque ella no lo viese.

-Creo que es el brillo de dos épocas.- Murmuré.

-Es especial, algo en ella es completamente único.- Aseguró mientras acariciaba su regordeta y rosada mejilla.

-Tal vez pueda mover objetos con la mente.- Él giró su cabeza hacia mí con el ceño fruncido.

-¿Tú crees?- Preguntó.- ¿Lo intentamos?

-Claro que no, Malek.- Respondí entre risas que intentaba ahogar para no despertarla.

-Eres muy aguafiestas.- Se quejó mientras me miraba con reproche.- Te amo pequeña.- Le murmuró.

De repente y como si una idea hubiese cruzado por su cabeza, se giró hacia mí y me llevó de la mano hacia nuestra habitación. Su reacción me había dejado confundida y no sabía qué era lo que se le había ocurrido.

-Mis diez minutos.- Me informó.

-Oh, Malek.- Comencé a reír como una desquiciada.- Eres increíble.

-Claro que lo soy.- Murmuró.

Tomó la cinta que rodeaba la bata y tiró de ella, dejándome expuesta frente a él. Él había aprendido de lo ocurrido en el baño y no perdió tiempo, se aferró a mis caderas y no las soltó en ningún momento, ni siquiera cuando se había hecho espacio entre mis piernas.

-Intenta no hacer mucho ruido.- Susurró sobre mis labios cuando comenzó el vaivén.

-Yo no hago ruido.- Susurré sin aliento.

Retorno Medieval© EE #2 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora