👩🏻‍🦰17🤴🏻

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No pude descansar ni siquiera un par de minutos. Estaba exhausta y adolorida pero no pensaba descansar hasta hablar con él, incluso si eso significaba irlo a buscar por todo Britmongh. Gracias a todos los cielos no fue necesario levantarme porque ingresó a la habitación un par de horas después, visiblemente menos furioso.

-Habla.- Ordenó con frialdad.

-Me dijo que habías caído en el último enfrentamiento...- Comencé a narrar mi versión de los hechos.

-¿Y decidiste creerle?- La frialdad y el sarcasmo en su pregunta era notable.

-No.- Alcé la voz.- Pero no tenía forma de comprobarlo por lo que tuve que idear un estúpido plan.

-Besarlo suena bastante bien.- Volvió a usar aquel tono que comenzaba a irritarme.

-Iba a violarme si no ganaba tiempo.- Por primera vez sentí su mirada sobre mí.- Lo besé para convencerlo que era de fiar y pedí tres días para prepararme.

-¿Prepararte para qué?- Volteé hacia él.

-Para ser su mujer.- Susurré con asco.- ¿Crees que lo hice por gusto? Por Dios, Malek... Necesitaba hacerlo creer en mi palabra para poder salir.

-¿Anoche?- Preguntó. Al ver mi expresión de confusión añadió más información.- Has dormido bastante.

-Sí, anoche.- Intenté tomar su mano nuevamente y por suerte no la retiró.- Era mi única salida.

-Besarlo...- Murmuró.

-Lo sé, lo sé y lo siento pero fue lo único que creí que funcionaría.- Las lágrimas no habían tardado en aparecer y por más que intentaba que desaparecieran lo único que lograba era su duplicación.- Si no confías en mí entonces... Divorciémonos y empecemos de cero.

-¿Estás loca?- Preguntó ofendido.- Ve y lávate, no quiero seguir pensando que otro hombre tocó y besó a mi mujer. Cuando vuelva voy a revisarte.

-¿Qué? ¿A dónde vas?- Pregunté.

-A Vurshka.- Informó.- Ve.

-Pero Malek...- Se giró con brusquedad hacia mí sin ocultar su malestar.

-Ve y báñate antes de que pierda la cabeza.- Volvió a ordenar.

-¿Qué harás?- Me arrepentí de inmediato por haber preguntado. Conocía aquella escalofriante sonrisa mejor que nadie, era la misma que había utilizado cuando había desobedecido su orden de no acercarme a Arabella cuando ella estaba asustada y en otras muchas ocasiones.

-Voy a matar a ese hijo de puta.- Susurró, enviando escalofríos a mi columna vertebral.

-Por favor, no lo hagas.- Supliqué.

-¡No lo protejas!- Gritó.- Elizabeth, ve a bañarte y te dejaré algo en claro que parece, aún no has entendido. Nada ni nadie puede tocar a mi mujer y salir ileso.

-¡Malek!- Intenté seguir sus pasos pero era más que obvio que no iba a poder.

Me había lastimado y por ello recibí regaños por parte de las muchachas que me ayudaron a ducharme y a cambiarme los vendajes. Solo esperaba que Malek no le hubiese quitado la vida aunque sabía que aquella esperanza era en vano porque él era impulsivo y su palabra era inquebrantable.

No podía mantenerme tranquila en un solo lugar, daba vueltas en la habitación y me comía las uñas. La puerta de mi dormitorio se abrió y por ella entró aquel hombre con expresión fría.

-¿Qué?- Preguntó con brusquedad.

-Lo hiciste...- Afirmé.

-¿Sentiste algo por él?- Un ápice de inseguridad se cruzó por su mirada, desapareciendo tan rápido como se había dejado ver.

-¡No! Claro que no.- Aseguré sintiéndome ofendida.

-¿Te lavaste?- Preguntó.

-Sí.- La sequedad en la que se vestía mi respuesta no le había agradado.

-Ven.- Negué.- Elizabeth.

-No, tus manos están manchadas de sangre.- Volví a negar con la cabeza.

-Están limpias.- Alzó sus manos para mostrármelas.

-Porque se vean limpias no significa que no estén manchadas.- Me sentía culpable por la muerte de aquel hombre.

-Yo no fui quien lo provocó.- Murmuró con frialdad.

-¡Tienes toda la maldita razón!- Grité, alarmándolo y pasando por su lado a toda velocidad.

-¿A dónde vas?- Bramó.

-A buscar al sacerdote.- Volví a gritarle.- Voy a morir o a divorciarme pero con cualquiera de las dos opciones te librarás de mí.

-No seas estúpida.- Tomó mi brazo y volvió a meterme al dormitorio.

-Tienes toda la razón, soy una estúpida por haber besado a aquel hombre para intentar sobrevivir y no tener hijos con él. Sí, soy una estúpida que vino aquí detrás de tu trasero por miedo a que fallecieras aquí y no poder volverte a ver. ¡Sí, soy estúpida!

-Cálmate.- Murmuró.- No voy a dejar que salgas.

-Tú no me puedes prohibir nada.- Susurré con malestar.

-No me voy a divorciar por tu tonto capricho. Deja de presionarme y contradecirme o me veré en la obligación de encerrarte.- Amenazó pero ya no lucía peligroso.

-Hazlo.- Reté sin analizar bien en sus palabras.

Para mi sorpresa él se encontraba sonriendo frente a mis narices y eso solo causó más mi coraje, se reía de mí. Comencé a pegarle al aire mientras intentaba llegar a su pecho pero Malek me sujetaba las muñecas para evitar que lo hiriese.

-Vas a lastimarte.- Advirtió.

-Que te valga.- Con delicadeza me rodeó por la cintura y aspiró mi aroma.

-Elizabeth.- Murmuró de manera reprobatoria.

-Mataste a ese hombre...- Susurré.

-Júrame que no sentiste nada y te aseguro que lo olvidaré.- Susurró cerca de mi oreja, cambiando el rumbo de la conversación.

-Te lo juro.- Murmuré. Intentaba no llorar con todas mis fuerzas.

-¿Por qué quieres llorar?- Parecía que había leído mi mente.

-Porque te fallé, porque alguien falleció por mi maldita culpa.- Sus brazos me sujetaron con más firmeza y me pegaron a su cuerpo en su totalidad.

-¿Lo hiciste solo para salir de ahí?- Asentí con lentitud.- Entonces olvidémoslo.

-¿Estás seguro?- Fue su turno para asentir.- Te amo...

-Yo también te amo.- Susurró.- No quiero volver a repetirlo Beth, no quiero volver a verte moribunda.

Alejó su rostro de mi cabello y pude admirarlo por primera vez en semanas o tal vez meses, sintiendo lo mismo que hacía años sentía por él. Se inclinó un poco para que nuestros labios se rozaran y luego de un delirante momento unió nuestros labios. Nos besábamos con necesidad y a su vez nos reclamábamos el uno al otro. Lo había extrañado tanto y al fin lo tenía juntos a mí.

-Te amo tanto.- Susurró sobre mis labios.

-No vuelvas a desaparecer.- Murmuré.

-No vuelvas a escabullirte entre mis dedos.- Volvió a besarme hasta que el oxígeno nos faltó.

Cuando por fin pareció ser real que nos encontrábamos frente al otro besó mi frente y susurró palabras dulces para calmar su alma. Podía notarse su cansancio y estrés pero de alguna forma sabía que mi presencia lo aliviaba, ya no tenía que preocuparse de mi paradero y pronto podríamos volver a casa.

Retorno Medieval© EE #2 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora